lunes, 23 de enero de 2012

¿A quién acudir cuando me siento mal?

Son muchas las personas que me preguntan, o se preguntan, a quien acudir cuando se dan cuenta que tienen un problema psicológico. En general piensan en un psiquiatra, o en un psicólogo y en algunos casos hasta en un neurólogo para que los ayude. Aunque en realidad dependerá del caso, ninguno de los mencionados podrá ayudarlos realmente si no son psicoterapeutas. Y las diferencias son importantes! Me explico: la mayoría de los psiquiatras han estudiado medicina tradicional y en los últimos años de su carrera se han especializado en psiquiatría. Como fuera, y salvo por algunos cursos de psicología, su formación no los prepara para ser psicoterapeutas por la sencilla razón de que no existe este tipo de formación y entrenamiento en ninguna universidad del país. Entonces qué es lo que hacen? Pues diagnostican a la persona, como haría cualquier médico especializado en un órgano, luego lo situan en algún cuadro clínico según un manual de psiquiatría estandarizado (como si fuera posible poner las infinitas diferencias psicológicas entre cada ser humano, como huellas digitales existen, en unos cuantos cuadros clínicos) y en base a ello buscan en su vademécum lo que señala algún laboratorio para tal cuadro y luego le recetan la medicina o medicinas indicadas que en general son tranquilizantes. Esto sólo puede servir como paliativo pero es obvio que una pastilla no puede “curar” o resolver un problema generado a lo largo de toda una historia de relaciones personales conflictivas. De ninguna maera estoy en contra de este tipo de medicinas. Más bien creo que los tranquilizantes -siempre y cuando sean administrados adecuadamente- son importantes cuando el nivel de angustia o “dolor” psicológico resulta tan intolerable a la persona que no le permite pensar y menos aun analizar subjetivamente su problema; pero necesariamente deben ir acompañados de un tratamiento psicoterapéutico que vaya acercando y relacionando a la persona con su conflicto de tal manera que le pueda ayudar a resolverlo. Si el psiquiatra no ha recibido un entrenamiento adecuado y no ha pasado él mismo por la experiencia psicoterapeutica de tratar de resolver sus problemas más profundos, es muy poco o nada lo que podrá hacer más allá de dopar a la persona que acuda por su ayuda - en algunos casos puede incluso agravar peligrosamente la situación- haciéndo perder un tiempo que puede ser muy valioso. Lo mismo y aun peor sucede con los psicólogos graduados. Las universidades preparan a sus psicólogos clínicos para tomar pruebas, evaluar la personalidad y observar conductas pero ninguna forma ni entrena psicoterapeutas. Así que si un psicólogo clínico, sin esta formación, intenta ayudar a una persona, lo que estará haciendo es jugar irresponsablemente al psicoterapeuta, o al consejero, haciéndole no sólo perder el tiempo sino además desprestigiando a los que sí están formados y entrenados para la psicoterapia. En otras palabras no puede ayudar más ni mejor que cualquier buen amigo o pariente que pueda buenamente dar su opinión y dar un consejo. Contrariamente un psicoterapeuta bien entrenado, sea psicólogo, psiquiatra, médico, o de alguna otra carrera más o menos afín, si podrá ayudar adecuadamente a que una persona pueda encontrar una forma de resolver sus conflictos. El entrenamiento psicoterapéutico, en nuestro caso de corte psicoanalítico, se recibe en escuelas o institutos y mayormente toma 4 o 5 años de formación y entrenamiento, durante los cuales se pasa por la experiencia del tratamiento analítico a cargo de algún psicoanalista didáctico experimentado. Los psiquiatras/psicólogos - o de otra carrera - con este tipo de entrenamiento si pueden ayudar real y efectivamente a la gente porque les pueden ofrecer una relación terapeuticamente saludable que pueda promover la auto observación de una manera peculiar analizando su situación y haciéndole tomar conciencia de lo que realmente esta sucediendo detrás de sus síntomas. Esta es la forma adecuada de buscar y encontrar ayuda.