jueves, 15 de diciembre de 2022

Se necesitan políticos


Hay un grupo de gente en el Perú totalmente disociada de la realidad nacional actual. No entienden en absoluto los cambios o peor aún no los aceptan. Para empezar un racismo realmente despreciable. A los que voy detectando los aparto completamente de mi vida. A veces lanzo alguna carnada para pescarlos. 

Entre los fujimoristas es fácil, ya que son en su mayoría tan acomplejados. Arrogancias que tratan de esconder un profundo sentimiento de inferioridad es algo que observo comúnmente. La gente más humilde está aprendiendo. Por fin tuvieron alguien con quien se pudieron identificar, con todos sus problemas y defectos, no olvidemos que el año pasado la protesta fue contra el elegido. 

Castillo actuó en contra de la ley, si, pero haciendo algo que todos sus electores, y la mayoría de peruanos, dejémonos de vainas, queremos, que se cierre ese Congreso. 
Sacaron a su elegido y pretendieron quedarse ellos gratis, grave error. Si fueran realmente políticos -y en su mayoría no lo son y por eso no atinan a nada inteligente desde lo político-, y si la Boluarte fuera dígna del puesto que le han asignado, hubieran convocado a elecciones inmediatamente y las aguas estarían más calmas. Pero no, la Sra. se puso el delantal para servir al Congreso y hacer lo que a ellos les da la gana. Eso no es hacer política. 
Ya es tiempo de tener verdaderos políticos y no unos viles personajes que comercian con lo humano.

domingo, 27 de noviembre de 2022

Si uno delira


Si uno delira, que es hablar de una manera diferente, nadie quiere escuchar lo que dice y además le llaman a uno delirante. Entonces, una pastillita para no delirar. Como la pastillita para no delirar tiene que ser tan fuerte, más fuerte que los modelos ideológicos que no pudieron impedir el delirio, hay que darle otra pastillita para que pueda caminar, porque las pastillitas para el delirio, normalmente no solamente aplacan el delirio sino que aplacan las ganas de caminar, es decir, las ganas de vivir. Entonces, una pastillita para aplacar el delirio, otra pastillita para poder caminar. 
La mayoría de las pastillitas para el delirio producen una especie de temblor, entonces hay que dar una tercera pastillita para el temblor, porque si no el paciente se asusta porque ya no delira pero ahora tiembla y no puede caminar. Entonces, no le conviene de ninguna manera la sanidad que le proponen, ¿a qué loco le conviene esa sanidad? Por lo tanto, volverá al neuropsiquiátrico o a la clínica, volverá loco porque la sanidad que le proponen es una sanidad donde tiene miedo todo el día porque tiembla y no puede caminar. Entonces, el loco prefiere su delirio que no solamente le hace caminar, le hace volar, le hace conocer regiones escondidas, regiones ignotas. 
Entonces, habrá que proponerle al paciente, está claro, algo que la medicina no tiene para proponer, que es otra mirada, otra visión sobre la problemática que lo aísla volviéndolo loco. 

Menassa, Miguel Oscar (1998) Freud y Lacan - hablados - 1. Editorial Grupo Cero 

jueves, 17 de noviembre de 2022

La humanidad hipnotizada


Hace un tiempo le comentaba a una colega psicoterapeuta, maestra en hipnotismo y de la que espero aprender mucho, que comprendiendo de lo suyo había tomado conciencia de que no solo hay personas que necesitan del hipnotismo para salir de, o cambiar, lo inconsciente que los maneja de mala manera y no los deja tener éxito en su vida. Me di cuenta también que existe una gran porción de la humanidad hipnotizada y manipulada para no darse cuenta de su propia autodestrucción. 

Yo vengo de una cultura y cosmovisión ancestral en donde lo primordial era la madre tierra y su basamento era dominar el cultivo de las plantas. Preconizaba una reciprocidad con aquella de tal manera que incluso debíamos hacerle un “pago” por lo que nos daba. Siendo así cuidarla era lo primordial y fundamental por sobre todas las cosas. Pero eso cambió radicalmente con la invasión europea. Los valores se trastocaron y la primordialidad pasó a la adoración de algo más por encima de todas las cosas, cosificando la tierra y considerándola ahora un mundo inferior frente a otro mejor y fuera de ella. 

Hipnotizados bajo esa nueva  cosmovisión a lo largo de los años se desarrolló una tecnología de explotación de lo que antes era considerado sagrado: la madre tierra, y que ahora era solo un medio para un fin muy superior. 

La pandemia nos dio la oportunidad de darnos cuenta a todos, al estar obligados al aislamiento, cuanto es que nuestra participación puede alterar el habitat en que vivimos. Durante nuestro aislamiento todo floreció, el cielo se limpio, escuchamos aves y observamos animales en el mar que estuvieron opacados por la vorágine de la metrópolis, en mi caso Lima. 

Pero la pandemia terminó y todo volvió a la “normalidad” y regresamos a nuestra hipnotizada humanidad y de vuelta hacia los “valores superiores”. 

Todo parece indicar que estos y la acumulación excesiva de cosas que realmente no necesitamos continuarán. ¿Será posible des hipnotizar a la humanidad? ¿Cambiar esa subjetividad auto destructiva, ya no solo en lo individual sino a nivel global? ¿Y además en el corto plazo para sobrevivir como especie? 

jueves, 20 de octubre de 2022

La perversión de la ideología del "mercado libre"

 


El consumo irracional, sin tener en cuenta la necesidad humana, hace que generemos basura imposible de reciclar. No sé trata de hacer que tus clientes te compren y consuman cosas que realmente no necesitan solo para que tu negocio crezca y generes "riqueza" personal. Esa riqueza estará basada en crear desequilibrio y no armonía. Obesidad en lugar de alimentación saludable. Cantidad en lugar de calidad.
Sin reciprocidad con el medio ambiente, con lo que nos es dado desde la madre tierra, será imposible mantener el hábitat del ser humano. Desde alli toda acumulación excesiva es puramente perversión.

sábado, 6 de agosto de 2022

EUROPA DESPIERTA: ¿VALIÓ LA PENA?



Está empezando a quedar claro que los neoconservadores estadounidenses han logrado imponer en Europa, a través de una guerra de información sin precedentes, un vértigo bélico y antirruso, cuyas consecuencias tomarán tiempo para evaluar. Sin embargo, es posible identificar los signos de lo que viene.

Derrotado. Todavía no se sabe quién ganará esta guerra (si alguien la ganará, además de la industria armamentística), pero ya se sabe quién pierde más con ella. Es el pueblo ucraniano, los demás pueblos europeos y el pueblo ruso. Ucrania en ruinas, los millones de refugiados y la caída de la cotización del euro son la derrota más clara. En el caso del pueblo ruso las brutales sanciones acabarán por afectar negativamente el nivel ya precario de las clases populares. En las siete décadas posteriores a la destrucción causada por la Segunda Guerra Mundial, Europa, entonces designada como occidental, se levantó de nuevo. Dirigida por gobernantes de alto nivel intelectual y apoyada por Estados Unidos en su cruzada para detener el comunismo, Europa Occidental logró imponerse como una región de paz y desarrollo, a pesar de que gran parte de este fue a expensas del capital colonial que había acumulado durante siglos. Se necesitó una guerra fantasma –librada en Europa, pero no dirigida por Europa y ni siquiera en interés de los europeos– para poner la paz y del desarrollo en grave riesgo.

Transición energética. El dióxido de carbono (CO2), responsable del calentamiento global, ha permanecido en la atmósfera durante muchos miles de años. Se estima que el 40% del CO2 emitido por los humanos desde 1850 permanece en la atmósfera. Así que mientras China es ahora el mayor emisor de CO2, lo cierto es que si tomamos como referencia el periodo 1750-2019, Europa es responsable del 32,6% de las emisiones, EEUU del 25,5%, China del 13,7%, África del 2,8% y América Latina del 2,6%. Es comprensible, por tanto, que en las últimas décadas Europa haya liderado la lucha por la transición energética y por las energías renovables. Es posible que tengamos críticas sobre la ecología de los ricos que subyace en la transición energética, pero iba en la dirección correcta. La guerra de Ucrania y la crisis de las energías fósiles que provocó fueron suficientes para evaporar todas las buenas intenciones de la transición energética y las energías renovables. El carbón ha regresado del exilio, y el petróleo y la energía nuclear están siendo rehabilitados. ¿Por qué es más importante perpetuar la guerra que avanzar en la transición energética? ¿Qué mayoría democrática ha decidido hacerlo?

Espectro político. La próxima crisis económica y social tendrá un impacto en el espectro político de los países europeos. Por un lado, es bueno señalar que fueron los gobiernos más autoritarios (Hungría, Turquía) y los partidos de extrema derecha los que mostraron el menor entusiasmo por el triunfalismo bélico y antirruso dominante en la política europea en los últimos meses. Por otro lado, los partidos de izquierda, con raras excepciones, han renunciado a una posición propia (de izquierda) sobre la guerra. Algunos, que se habían distinguido en el pasado contra la OTAN, guardaron silencio ante la imprudente y peligrosa expansión de esta en todos los continentes. Cuando la continuación de la guerra y los presupuestos militares comiencen a causar el empobrecimiento de las familias, ¿Qué pensarán los ciudadanos en términos de opciones políticas? ¿No se sentirán atraídos por optar por los partidos que menos entusiasmo han mostrado por el patrioterismo belicoso que ha provocado su empobrecimiento?

Seguridad ciudadana. A finales de mayo pasado, Interpol expresó su preocupación por la posibilidad de que gran parte del armamento suministrado a Ucrania entrara en el mercado ilegal de armas y terminara en manos de delincuentes. Una situación aún más grave cuando parte de este material es artillería pesada. La experiencia de lo que sucedió en el pasado en otros teatros de guerra justifica la preocupación. Por ejemplo, gran parte del material de guerra suministrado por Estados Unidos a Afganistán terminó en manos de los talibanes contra los que luchaba el ejército estadounidense. La tragedia estadounidense de sucesivas masacres por civiles armados es bien conocida. Dado que los ciudadanos europeos son seres humanos iguales a los estadounidenses, ¿qué sucederá si en Europa se facilita el acceso a la compra de armas?

Normalización del nazismo. Poco antes de la guerra en Ucrania, varios servicios de seguridad y think tanks habían estado advirtiendo de la fuerte presencia de grupos neonazis en Ucrania, su entrenamiento y equipo militar y la forma en que se estaban integrando en las fuerzas militares regulares, un hecho sin precedentes. Comprensiblemente, el estallido de la guerra hizo olvidar esta preocupación. Lo que ahora está en juego es la posibilidad de que el nazismo se convierta en una ideología nacionalista como cualquier otra y que sus ataques recurrentes contra los políticos progresistas de Ucrania se conviertan en actos patrióticos. ¿Qué impacto tendrá esto en Europa, en un contexto de crecimiento de la extrema derecha?

Anticomunismo fantasma. El odio antirruso que se ha exacerbado en Europa a través de la invasión de Ucrania contiene subliminalmente odio anticomunista, a pesar de que se sabe que el partido comunista es muy minoritario en Rusia y que Putin es un político de derecha, amigo de la extrema derecha europea. Para los sectores de ultraderecha, el comunismo es ahora un significante vacío y actúa como un arma para demonizar a los opositores políticos, justificar su cancelación en las redes sociales y promover el discurso de odio. Es de temer que esta arma retorica permanezca en la vida política más allá de la guerra.

Gobierno de las mujeres. En las últimas décadas, los movimientos feministas han luchado con éxito por la participación de las mujeres en la política. Todos los demócratas deberían regocijarse con eso. Resulta que, además del argumento de la paridad, a menudo se invocaban otros argumentos a favor de la participación política de las mujeres. Las mujeres serían menos competitivas que los hombres, más inclinadas a la solución pacífica de los conflictos, bien equipadas para promover y defender la economía del cuidado, tan a menudo despreciada por el machismo de los políticos. La Guerra de Ucrania obliga a relativizar estos argumentos. A la cabeza de la Unión Europea hay una mujer con más instintos belicosos que de cuidado pacifista, y las primeras ministras de Finlandia y Suecia no parecen quedarse atrás. A partir de ahora, la paridad debe promoverse por su propio mérito incondicional, pero por sí sola no debe esperarse que tenga un impacto en la vida política de los países.

Crimen e injusticia en los Balcanes. La guerra en Ucrania tuvo el efecto de llevar a la conciencia de los europeos más informados la forma arbitraria en que Yugoslavia fue destruida, el bombardeo de la OTAN de objetivos civiles en 1999 y los crímenes de guerra cometidos por todas las partes. El prejuicio histórico y religioso anti balcánico –el canciller Metternich del Imperio Austriaco (1821-1848) dijo que Asia comenzaba en la Landstrasse, la calle de Viena donde vivían los inmigrantes de los Balcanes– terminó reflejándose en la forma en que algunos países de la región han estado esperando varios años para ingresar a la UE.

Es demasiado pronto para un equilibrio general del tiempo en el que vivimos, pero las señales son inquietantes y no son un buen augurio.

Traducción del portugés al español: Bryan Vargas Reyes

Fuente: https://www.other-news.info/noticias/europa-despierta-valio-la-pena/

miércoles, 22 de junio de 2022

Petro, Francia y la esperanza BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS

Ciudadanos celebran la victoria del presidente electo Gustavo Petro y la vicepresidente Francia Márquez, hoy en la Plaza de Bolívar en Bogotá (Colombia). Colombia eligió este domingo a su próximo presidente en la segunda vuelta electoral demostrando su sólida tradición democrática con buenas cifras de participación y con el hito de la victoria del izquierdista Gustavo Petro.- EFE

Traducción de Bryan Vargas Reyes


Por primera vez en la historia de Colombia, un candidato de izquierda ganó las elecciones presidenciales. Por primera vez, una mujer negra y de clase trabajadora (minera y empleada doméstica) fue elegida vicepresidenta. El continente latinoamericano nunca deja de sorprendernos y si las sorpresas a veces nos deprimen, otras veces nos llenan de esperanza. Y en este caso la esperanza es decisiva porque la alternativa, tanto en Colombia como en el continente, sería la desesperación y el posible colapso de la ya frágil democracia. Por lo tanto, es importante analizar las causas de esta victoria y lo que significa.

En este país de 49 millones de personas donde una cuarta parte de los votantes tienen 28 años o menos, la gran mayoría de los jóvenes votaron por Gustavo Petro y Francia Márquez (especialmente los de entre 18 y 24 años).  Es en la juventud donde la necesidad de cambio es más vívida. Fue una de las principales fuerzas de la movilización nacional que en 2021 detuvo al país para exigir el fin de las políticas de austeridad neoliberal. Fue el famoso Paro Nacional el que resultó en 46 muertos en enfrentamientos con la policía y el ejército. La energía inconformista que el Paro generó se canalizó con éxito en estas elecciones. Dos factores contribuyeron decisivamente a ello: el uso persistente y competente de las redes sociales que sedujo a la generación TikTok y desmanteló la argumentación fraudulenta, elitista, misógina y racista del candidato de derecha y expuso los "esqueletos en el armario" de muchos (incluidos periodistas) que la apoyaron; la movilización de artistas e intelectuales que convirtieron la elección de Petro y Francia en un acto de cultura contra la barbarie.

Las principales reformas estructurales propuestas por Petro y Francia son las siguientes: movilizar a la sociedad colombiana como una sociedad solidaria que reconozca y recompense el trabajo de cuidado de las mujeres; una nueva relación entre sociedad y naturaleza que priorice la defensa de la vida por encima de los intereses económicos, promueva la transición energética y democratice el conocimiento medioambiental; pasar de una economía extractiva a una economía productiva que reduzca la desigualdad en la propiedad y el uso de la tierra a través de la reforma agraria y el acceso y uso del agua y transforme el mundo rural colombiano en una parte clave de la justicia social y ambiental; asegurar el cumplimiento de los acuerdos de paz de 2016 mediante la promoción de un nuevo contrato social que garantice los derechos fundamentales, en particular los derechos de las víctimas de los conflictos armados, y una política de coexistencia pacífica y reconciliación.

Es la primera vez en el continente que una agenda feminista centrada en el cuidado tiene tanta prioridad. No se trata de un feminismo de clase media tan a menudo falsamente radical y políticamente equivocado (por ejemplo, en el caso del golpe de 2019 contra Evo Morales), sino de un feminismo negro consciente de la multiplicidad de opresiones (sexistas, racistas, clasistas) siguiendo a Angela Davis. También es la primera vez que la agenda ambiental asume tal prioridad en un programa de gobierno. En cualquiera de estos casos no se trata de improvisaciones de última hora, sino de políticas y convicciones construidas a lo largo de los años y probadas en la práctica de la actividad política anterior tanto de Petro como de Francia.

Estas elecciones tendrán un impacto en el continente. Sin duda, ayudarán a fortalecer el momento de soberanía y autonomía hacia los Estados Unidos que vive el continente en vísperas del endurecimiento de las relaciones entre los Estados Unidos y China y la lucha por el control de los recursos naturales y el comercio internacional que tendrá lugar allí. A partir de hoy, los presidentes de México y Bolivia se sentirán menos solos (e incluso recompensados) en la lucha que recientemente libraron contra la farsa de la última Cumbre de las Américas convocada por EEUU, con sus habituales exclusiones unilaterales.

Además, la democracia colombiana puede ayudar a desarmar los golpes antidemocráticos que se están preparando en el continente. Es tranquilizador ver que el candidato perdedor, que se había afirmado como antisistema, se apresura a reconocer los resultados electorales y felicitar al candidato ganador. Y lo mismo puede decirse del  actual presidente Iván Duque, con su llamada telefónica a Petro, convocándolo a reuniones en los próximos días con el fin de garantizar una transición suave y transparente. Por otro lado, las elecciones en Colombia muestran la fragilidad de los candidatos de la derecha antisistema. La obsesión de Rodolfo Hernández con la corrupción solo pretendía ocultar que él mismo fue acusado de corrupción. Quizás la obsesión de Bolsonaro con la posibilidad de un fraude electoral solo pretende ocultar que el fraude es él mismo.

El impacto real de estas elecciones en Colombia dependerá de muchos factores. Por ahora, la paz se ha vuelto a respirar, lo que no sucedía desde 2018. A finales de mes, la Comisión de la Verdad entregará su informe final. Sin duda será un documento importante con recomendaciones que el nuevo equipo político no dejará de tener en cuenta. Llega en un momento de esperanza y estoy seguro de que ayudará a fortalecerla y darle consistencia. No será, como se temía, un documento a contracorriente. Será un documento que empujará la corriente. Enterrado el peso del plomo de la guerra, la navegación será más ligera.

Fuente https://blogs.publico.es/espejos-extranos/2022/06/20/petro-francia-y-la-esperanza/



sábado, 11 de junio de 2022

II La mujer de color y el blanco. Frantz Fanon


II La mujer de color y el blanco

El ser humano es movimiento hacia el mundo y hacia su semejante. Movimiento de agresividad, que engendra la servidumbre o la conquista; movimiento de amor, don de sí, término final de lo que se ha convenido en llamar la orientación ética. Toda conciencia parece poder manifestar, simultánea o alternativamente, esos dos componentes. Energéticamente, el ser amado me respaldará en la asunción de mi virilidad, mientras que la inquietud por merecer la admiración o el amor de otro tejerá a lo largo de mi visión del mundo una superestructura valorizante.

Fanon, Frantz (1952). Piel negra, máscaras blancas.


viernes, 29 de abril de 2022

La Inconveniente Complejidad. BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS


Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

En el eje comunicacional del Atlántico Norte vivimos en una guerra de información sin precedentes. La conocí en Estados Unidos durante dos períodos. El primero, durante la guerra de Vietnam, que viví en su momento de crisis final (1969-1971), culminaría con la publicación de los papeles del Pentágono en 1971. El segundo momento fue la guerra de Irak, que comenzó en 2003, y la saga de las armas de destrucción masiva, un engaño político del que resultarían muchos crímenes de guerra. Sin embargo, en Europa nunca había asistido a este tipo de guerra de información, al menos no con la magnitud actual. Se caracteriza por la erosión casi total entre hechos y manipulación de las emociones y las percepciones, entre hipótesis o conjeturas y verdades incuestionables.

En el caso específico de la guerra de Ucrania, la manipulación pretende evitar que la opinión pública y los responsables políticos piensen y decidan sin demasiada presión en la única medida que ahora se requiere: la búsqueda de una paz duradera en Ucrania y en la región para poner fin al sufrimiento del pueblo ucraniano, un pueblo que en estos días comparte el trágico destino de los pueblos palestino, yemení, sirio, saharaui y afgano, a pesar de que sobre estos últimos pese el más profundo silencio. La guerra de la información pretende continuar la guerra de las armas mientras convenga a quienes la promueven. En estas condiciones, no es fácil luchar con los hechos y la experiencia histórica porque, desde el punto de vista de la guerra de información, explicar es justificar, entender es perdonar, contextualizar es relativizar. Aún así, vamos a intentarlo.

1. Para demonizar al enemigo es crucial deshumanizarlo, es decir, imaginarlo como si hubiera actuado criminalmente y sin provocación. Ahora bien, la condena firme e incondicional de la invasión ilegal de Ucrania (en la que vengo insistiendo desde mi primer artículo sobre el tema) no implica tener que ignorar cómo se ha llegado a esta situación. En este caso, aconsejo leer el libro publicado en 2019, War with Russia?, del profesor emérito de la Universidad de Princeton, Stephen Cohen, recientemente fallecido. Tras examinar con detalle las relaciones entre Estados Unidos y Rusia desde el final de la Unión Soviética y, en el caso de Ucrania, sobre todo desde 2013, Stephen Cohen concluye de este modo: «Las proxy wars [guerras en las que los adversarios utilizan terceros países para perseguir sus objetivos de confrontación bélica] son una característica de la vieja Guerra Fría, son pequeñas guerras en el llamado "Tercer Mundo". […] Rara vez involucraron personal militar soviético o estadounidense, casi siempre solo dinero y armas. Hoy, las proxy wars entre Estados Unidos y Rusia son diferentes, están ubicadas en el centro de la geopolítica y acompañadas por demasiados instructores y posiblemente combatientes estadounidenses y rusos. Ya han estallado dos: en Georgia en 2008, donde las fuerzas rusas se enfrentaron a un ejército georgiano financiado y entrenado con fondos y personal estadounidenses; y en Siria, donde muchos rusos fueron asesinados por las fuerzas anti-Assad respaldadas por Estados Unidos. Moscú no tomó represalias, pero prometió hacerlo cuando hubiera "una próxima vez". Si eso sucede, implicará una guerra entre Rusia y Estados Unidos. El riesgo de un conflicto tan directo sigue creciendo en Ucrania». Así se pronosticó en 2019 la guerra que actualmente martiriza al pueblo ucraniano.

2. Democracia y autocracia. En el lenguaje de Estados Unidos el mundo se divide en dos: democracias (nosotros) y autocracias (ellos). Hace tan solo unos años la división era entre democracias y dictaduras. Autocracia es un término mucho más vago que puede utilizarse para considerar autócrata a un gobierno democrático percibido como hostil, aunque la hostilidad no se derive de las características del régimen. Por ejemplo, en la cumbre por la democracia celebrada en diciembre de 2021, a iniciativa del presidente Biden, no se invitó a países como Argentina y Bolivia, que habían experimentado recientemente vibrantes procesos democráticos, pero que son menos receptivos a los intereses económicos y geoestratégicos de Estados Unidos. En contraste, se invitó a tres países que la Casa Blanca reconoció como democracias problemáticas (el término utilizado fue flawed democracies), con corrupción endémica y abusos de los derechos humanos, pero con interés estratégico para Estados Unidos: Filipinas, para contrarrestar la influencia de China, Pakistán, por su relevancia en la lucha contra el terrorismo, y Ucrania, por su resistencia a la incursión de Rusia. Las reservas en el caso de Ucrania eran comprensibles, ya que unos meses antes los papeles de Pandora habían dado detalles sobre las sociedades offshore del presidente Zelenski, de su esposa y sus asociados. Ahora, Ucrania representa la lucha de la democracia contra la autocracia rusa (que, a escala nacional, debe estar a la par con Ucrania en términos de corrupción y abusos de los derechos humanos). El concepto de democracia pierde, así, buena parte de su contenido político y se convierte en un arma arrojadiza para promover cambios de gobierno que favorezcan los intereses globales de Estados Unidos.

3. Amenazas. Según expertos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), en 2020, el 40% de las fuerzas militares de Ucrania (un total de 102.000 miembros) eran milicias paramilitares de extrema derecha, armadas, financiadas y entrenadas por Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Francia y Suiza, con miembros de diecinueve nacionalidades. Desde que comenzó la guerra se les han sumado más elementos, algunos provenientes de Medio Oriente, y recibieron más armamento de todos los países de la OTAN. Por lo tanto, Europa corre el riesgo de tener en su seno un nutrido nazi-yihadismo, y no hay garantía de que su alcance se limite a Ucrania. En 1998, el exasesor de seguridad del presidente Carter, Zbigniew Brzezinski, declaró en una entrevista con el Nouvel Observateur: "En 1979, aumentamos la probabilidad de que la URSS invadiera Afganistán… y creamos la oportunidad de darles su Vietnam". No me sorprendería que este playbook de la CIA se esté aplicando ahora en Ucrania. Las recientes declaraciones del secretario general de la OTAN de que "la guerra en Ucrania podría durar meses o incluso años", combinadas con la noticia de Reuters (12 de abril) de que el Pentágono se iba a reunir con los ocho mayores productores de armas para discutir la capacidad de la industria para satisfacer las necesidades de Ucrania "si la guerra con Rusia dura años", deberían haber causado alarma entre los líderes políticos europeos, pero aparentemente solo los motivó a una carrera armamentista. Las consecuencias de un segundo Vietnam ruso serían fatales para Ucrania y para Europa. Rusia (que es parte de Europa) solo será una amenaza para Europa si esta se convierte en una enorme base militar estadounidense. La expansión de la OTAN es, por tanto, la verdadera amenaza para Europa, como dijo hace veinte años el insospechado Henry Kissinger.

4. Doble criterio. La Unión Europea, transformada en caja de resonancia de las decisiones estratégicas de Estados Unidos, defiende como expresión legítima de valores universales (europeos, pero no menos universalizables) el derecho de Ucrania a unirse a la OTAN, mientras Estados Unidos intensifica la integración (véase la US-Ukraine Strategic Defense Partnership, firmada el 31 de agosto de 2021), negando al mismo tiempo que sea inminente. Ciertamente, los líderes europeos no saben que Estados Unidos niega a otros países el derecho reconocido a Ucrania a unirse a un pacto militar; y si lo supieran, no habría ninguna diferencia, tal es el estado de letargo militarista en el que se encuentran. Por ejemplo, las pequeñas Islas Salomón del Océano Pacífico aprobaron un borrador de pacto de seguridad con China en 2021. Estados Unidos reaccionó de inmediato y con alarma ante ese proyecto y envió a altos funcionarios de seguridad a la región para detener la "intensificación de la competencia de seguridad en el Pacífico".

5. La verdad llega demasiado tarde. La guerra de información se basa siempre en una mezcla de verdades selectivas, medias verdades y mentiras puras y duras (las llamadas false flags) organizadas para justificar la acción militar de quienes la promueven. Estoy seguro de que en este momento está en curso una guerra de información tanto en el lado ruso como en el estadounidense/ucraniano, aunque, debido a la censura que nos fue impuesta, sabemos menos sobre lo que sucede en el lado ruso. Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz. La tragedia es que siempre llegará demasiado tarde. En este convulso comienzo de siglo tenemos una ventaja: el mundo perdió su inocencia. Julian Assange, por ejemplo, está pagando un altísimo precio por habernos ayudado en este proceso. A los que todavía no han renunciado a pensar con cierta autonomía, les recomiendo la lectura del capítulo de Hannah Arendt, titulado "La mentira en política", del libro Crisis de la República publicado en 1971. Es una brillante reflexión sobre los papeles del Pentágono, una recopilación exhaustiva de datos (entre ellos, muchos crímenes de guerra y muchas mentiras) sobre la guerra de Vietnam, recopilación realizada por iniciativa de uno de los máximos responsables de esa guerra, Robert McNamara.

6. La pregunta que nadie hace. Cuando los conflictos armados son en África o en Oriente Medio, los líderes europeos son los primeros en pedir el cese de las hostilidades y la urgencia de las negociaciones de paz. ¿Por qué cuando la guerra está en Europa los tambores de guerra suenan sin cesar y ningún líder pide que se callen y se escuche la voz de la paz?

Fuente: https://blogs.publico.es/espejos-extranos/2022/04/23/la-inconveniente-complejidad/

sábado, 9 de abril de 2022

DEMOCRACIAS Y AUTOCRACIAS Por Boaventura de Sousa Santos*



En el lenguaje internacionalista de EE.UU. el mundo se divide en dos: las democracias (nosotros) y las autocracias (ellos). Hace sólo unos años la división era entre democracias y dictaduras. Es difícil saber las razones del cambio, pero es legítimo especular sobre ellas. Mi especulación es que autocracia es un término mucho más vago que, por tanto, puede utilizarse para considerar autocrático a un gobierno democrático percibido como hostil, aunque la hostilidad no se derive de las características del régimen. Por ejemplo, en la cumbre sobre la democracia celebrada en diciembre de 2021, a iniciativa del presidente Biden, no se invitó a países como Argentina y Bolivia, que habían experimentado recientemente vibrantes procesos democráticos pero que son menos receptivos a los intereses económicos y geoestratégicos de Estados Unidos. Por otro lado, se invitó a tres países con democracias ciertamente problemáticas (el término es democracias defectuosas, flawed democracies), con corrupción endémica y abusos de los derechos humanos, pero con interés estratégico para Estados Unidos: Filipinas, para contrarrestar la influencia de China, Pakistán, por su relevancia en la lucha contra el terrorismo, y Ucrania, por su resistencia a la incursión de Rusia.

La guerra de Ucrania ha dado a la distinción un nuevo impulso y una nueva lectura. Ucrania representa ahora la lucha de la democracia contra la autocracia rusa (que, internamente, debe estar a la altura de Ucrania en cuanto a corrupción y abusos de los derechos humanos). Y la lucha contra Rusia tiene como objetivo debilitar a otra gran autocracia, China, hasta hace poco un «socio económico clave». El concepto de democracia pierde así gran parte de su contenido político y se convierte en un arma para promover cambios de gobierno que favorezcan los intereses globales de Estados Unidos. Si es así, corremos el riesgo de que se libren cada vez más luchas en nombre de la democracia con el objetivo real de destruirla allí donde realmente existe. Veamos los riesgos que corren las democracias europeas.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa Occidental, recuperando, con el apoyo de Estados Unidos, una tradición de principios de siglo se convirtió en la región del mundo donde más se profundizó y consolidó la democracia liberal y representativa. Con la excepción del sur de Europa (Portugal, España, Grecia), hasta mediados de los años 70 se consolidó un modelo conocido como socialdemocracia. A partir de los años ochenta, este modelo empezó a entrar en crisis, esta vez también impulsado por los vientos que venían de Estados Unidos (neoliberalismo y Consenso de Washington), que atacaban los derechos económicos y sociales por considerarlos insostenibles. Este ataque ha continuado hasta el día de hoy y, combinado con las migraciones procedentes en gran parte de países desestabilizados por las guerras dirigidas por Estados Unidos, es la causa del crecimiento de las fuerzas de extrema derecha que ahora desafían a la democracia en su conjunto.

Una de las claves del éxito de la socialdemocracia ha sido que Europa es el continente con los presupuestos militares más bajos en términos relativos. El primer riesgo para las democracias europeas radica en lo siguiente: todos los países se han propuesto aumentar los presupuestos militares y lo que se gaste en armas se quitará de lo que se gastaría en políticas sociales, con el añadido del aumento exponencial de la energía. Por otro lado, si alcanza el nivel de gasto militar previsto (2% del PIB), Alemania será en pocos años la tercera o cuarta potencia militar del mundo. Alemania, que ya es el país más fuerte de Europa desde el punto de vista económico, será también el más fuerte desde el punto de vista militar. Un horizonte preocupante.

El segundo riesgo proviene del fortalecimiento de las fuerzas políticas y militares de extrema derecha de Ucrania, algunas de ellas neonazis. En 2020, el 40% de las fuerzas militares del país (un total de 102.000 miembros, según Reuters) eran milicias paramilitares de extrema derecha, armadas, financiadas y entrenadas por Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia y Suiza, con miembros de diecinueve nacionalidades. Desde que comenzó la guerra, se han unido más personas, algunas de Oriente Medio, y se han recibido más armas de todos los países de la OTAN.  Así, Europa corre el peligro de tener un nutrido nazi-yihadismo en su seno, y no hay garantía de que su radio de acción se limite a Ucrania. En 1998, el ex asesor de seguridad del presidente Carter, Zbigniew Brezezinski, declaró en una entrevista con el Nouvel Observateur: «En 1979, aumentamos la probabilidad de que la URSS invadiera Afganistán…y creamos la oportunidad de darles su Vietnam». No me sorprendería que este libro de jugadas (playbook) de la CIA no se esté aplicando ahora en Ucrania. Las consecuencias para la democracia serán fatales.  

Traducción de Bryan Vargas Reyes

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*Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial. Articulo enviado a Other News por el gabinete del autor.

Fuente: https://www.other-news.info/noticias/democracias-y-autocracias/

lunes, 4 de abril de 2022

EUROPA: CIEN AÑOS DE SOLEDAD Por Boaventura de Sousa Santos


 EUROPA: CIEN AÑOS DE SOLEDAD 
Por Boaventura de Sousa Santos*  

Cien años después de la Primera Guerra Mundial, los líderes europeos caminan sonámbulos hacia una nueva guerra total. Al igual que en 1914, piensan que la guerra de Ucrania será limitada y de corta duración. En 1914, se decía en los ministerios que la guerra duraría tres semanas. Fueron cuatro años y más de veinte millones de muertos. Tal y como en 1918, hoy domina la posición de que es necesario castigar de manera ejemplar a la potencia agresora para dejarla postrada y humillada durante mucho tiempo. En 1918, la potencia derrotada fue Alemania (y también el Imperio otomano). Hubo voces discordantes (John Maynard Keynes y otros) para quienes la humillación total de Alemania sería desastrosa para la reconstrucción de Europa y para la paz duradera en el continente y el mundo. No fueron escuchadas, y veintiún años después Europa estaba de nuevo en guerra. Siguieron cinco años de destrucción y más de setenta millones de muertos. La historia no se repite y aparentemente no enseña nada, pero sirve para ilustrar y mostrar similitudes y diferencias. Veamos unas y otras a la luz de dos ejemplos.

En 1914, Europa vivía en relativa paz desde hacía cien años, con muchas guerras, pero circunscritas y de corta duración. El secreto de esta paz fue el Congreso de Viena (1814-1815). Esta reunión internacional trataba de poner fin al ciclo de transformación, turbulencia y guerra que había comenzado con la Revolución francesa y que se agravó con las guerras napoleónicas. El pacto con que terminó el Congreso de Viena se firmó nueve días antes de la derrota final de Napoleón en Waterloo. En este congreso dominaron las fuerzas conservadoras y el periodo que siguió se denominó Restauración (del viejo orden europeo). El Congreso de Viena tiene, sin embargo, otra característica por la que vale la pena recordarlo ahora. Fue presidido por un gran estadista austríaco, Klemens von Metternich, cuya preocupación primordial era incorporar a todas las potencias europeas, tanto a las vencedoras como a las vencidas, con el fin de garantizar una paz duradera. Por supuesto, la potencia perdedora (Francia) tendría que sufrir las consecuencias (pérdidas territoriales), pero el pacto fue firmado por ella y el resto de potencias (Austria, Inglaterra, Rusia y Prusia) y con condiciones impuestas a todos para garantizar una paz duradera en Europa. Y así se cumplió.

Hay muchas diferencias en relación con nuestro tiempo. La principal es que, esta vez, el escenario de la guerra es Europa, pero las partes en conflicto son una potencia europea (Rusia) y una potencia no europea (Estados Unidos). La guerra tiene todas las características de una proxy war, una guerra en la que los contendientes se aprovechan de otro país (Ucrania), el país del sacrificio, para lograr objetivos geoestratégicos que trascienden con creces los de ese país e incluso los de la región en que se integra (Europa). Verdaderamente, Rusia solo está en guerra con Ucrania porque está en guerra con la OTAN, una organización cuyo comandante supremo aliado en Europa es “tradicionalmente un comandante estadounidense”.[1] Una organización que, sobre todo tras el final de la primera Guerra Fría, ha servido a los intereses geoestratégicos de Estados Unidos. Rusia sacrifica ilegal y brutalmente los principios de autodeterminación de los pueblos, de los que en anteriores contextos geopolíticos fue un importante heraldo, para hacer valer sus preocupaciones de seguridad después de no verlas reconocidas por medios pacíficos y por una innegable nostalgia imperial. Por su parte, desde el final de la primera Guerra Fría, Estados Unidos está decidido a profundizar la derrota de Rusia, una derrota que quizá fue más autoinfligida que provocada por la superioridad del adversario.

Durante un breve período, la disputa diplomática en Washington fue entre la “asociación para la paz” y “la expansión de la OTAN para garantizar la seguridad de los países emergentes del bloque soviético”. Con el presidente Clinton fue esta última política la que prevaleció. Por diferentes razones, también para Estados Unidos, Ucrania es el país del sacrificio. La guerra de Ucrania está sujeta al objetivo de infligir una derrota incondicional a Rusia que, preferentemente, ha de durar hasta que se provoque el regime change en Moscú. La duración de la guerra está sujeta a ese objetivo. Si se le permite al Primer Ministro británico decir que las sanciones contra Rusia continuarán, cualquiera que sea la posición de Rusia ahora, ¿cuál es el incentivo de Rusia para poner fin a la guerra? Después de todo, ¿es suficiente que Putin sea derrocado (como le sucedió a Napoleón en 1815) o es Rusia la que tiene que ser derrocada para detener la expansión de China? También hubo regime change en la humillada Alemania de 1918, pero su curso terminaría en Hitler y en una guerra aún más devastadora. La grandeza política del presidente Zelensky podría construirse tanto como el valiente patriota que defiende a su país del invasor hasta la última gota de sangre, como la del valiente patriota que, ante el peligro de tanta muerte inocente y la asimetría de fuerza militar, logra, con el apoyo de sus aliados, una fuerte negociación y una paz digna. El hecho de que hoy prevalezca la primera construcción no resulta de las inclinaciones personales del presidente Zelensky.

El segundo ejemplo para ver similitudes y diferencias con el pasado reciente se refiere a la posición geopolítica de Europa. Durante las dos guerras mundiales del siglo XX, Europa era el autoproclamado centro del mundo. Por eso las guerras fueron mundiales. Cerca de cuatro millones de las tropas “europeas” eran en realidad africanas y asiáticas, y muchos miles de muertos no europeos fueron el precio del sacrificio por ser habitantes de colonias en países lejanos envueltos en guerras que no les conciernen. Hoy, Europa es un rincón del mundo, y la guerra en Ucrania lo hará aún más pequeño. Durante siglos fue el extremo de Eurasia, esa gran masa terrestre entre China y la Península Ibérica, por donde circulaban saberes, productos, innovaciones científicas y culturas. Mucho de lo que luego se atribuyó al excepcionalismo europeo (desde la revolución científica del siglo XVI hasta la revolución industrial del siglo XIX) no se comprende y no habría ocurrido sin esta circulación multisecular. La guerra en Ucrania, sobre todo si se prolonga, corre el riesgo no sólo de amputar a Europa de una de sus potencias históricas (Rusia), sino también de aislarla del resto del mundo y, muy especialmente, de China. El mundo es inmensamente más grande de aquello que se ve con lentes europeos. Vistos con estos lentes, los europeos nunca se sintieron tan fuertes, tan unidos con su socio mayor, tan confiadamente del lado correcto de la historia, con el mundo del «orden liberal» dominando el planeta y tan suficientemente robustos como para aventurarse en un tiempo a conquistar o, al menos, neutralizar a China, después de haber destruido a su principal socio, Rusia.

Vistos con lentes no europeos, Europa y Estados Unidos están orgullosamente casi solos, quizás capaces de ganar una batalla, pero ciertamente en camino a la derrota en la guerra de la historia. Más de la mitad de la población mundial vive en países que han decidido no imponer sanciones a Rusia. Muchos de los que votaron (y bien) en la ONU contra la invasión ilegal de Ucrania lo hicieron con justificaciones de su experiencia histórica, que no fue la de ser invadidos por Rusia, sino por Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Israel. Sus decisiones no fueron fruto de la ignorancia, sino de la precaución. ¿Cómo pueden confiar en países que, después de haber creado un sistema de transferencias financieras (SWIFT) con el objetivo de defender las transacciones económicas de la injerencia política, expulsan a un país por motivos políticos? ¿En países que se arrogan el poder confiscar las reservas financieras y de oro de países soberanos como Afganistán, Venezuela y ahora Rusia? ¿En países que proclaman la libertad de expresión como un valor universal sacrosanto, pero recurren a la censura en cuanto se sienten desenmascarados por ella? ¿En países supuestamente amantes de la democracia que no dudan en provocar golpes de Estado cuando los elegidos no convienen a sus intereses? ¿En países para los cuales, según las conveniencias del momento, el “dictador” Nicolás Maduro puede convertirse repentinamente en un socio comercial? El mundo ha perdido la inocencia, si es que alguna vez la tuvo.

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

[1] https://www.nato.int/cps/en/natohq/topics_50110.htm

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*Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial. Articulo enviado a Other News por el gabinete del autor.

Fuente: https://www.other-news.info/noticias/europa-cien-anos-de-soledad/

viernes, 1 de abril de 2022

La culturización eurocéntrica y la equidad de género en el Incanato



En el incanato existia equidad de género en sexualidad y reproducción mediante el servinacuy, que era una institución digamos previa a lo convivencial  familiar de largo plazo, donde la pareja probaba si era posible su proyecto. De no ser así quedaban libres para emparejarse otra vez sin ningun perjuicio para ninguno de ellos, incluso con hijos, que quedaban con la madre y acogia el ayllu. Si el proyecto era viable el ayllu les entregaba tierras para que continuaran. Los europeos medievales trajeron el matrimonio patriarcal cristiano céntrico en donde el cuerpo y la sexualidad de la mujer están sujetas al servicio del hombre de por vida. 

No he visto investigaciones, pero supongo habrán, sobre sexualidad y género en el incanato. Es obvio lo diferencial en la cultura Moche que resaltó todo tipo de sexualidad plasmándola en cerámicos. 

viernes, 18 de marzo de 2022

LOS SILENCIOS: DE UCRANIA A BORIC Por Boaventura de Sousa Santos

                     

LOS SILENCIOS: DE UCRANIA A BORIC
Por Boaventura de Sousa Santos*

Europa vive un período de pánico moral que no solo imposibilita pensar con cierta complejidad y densidad analítica la tragedia que está atravesando Ucrania, sino que crea un nuevo período de caza de brujas muy similar al que se vivió en Estados Unidos en la década de 1950 y que se conoció como macartismo. Todavía no ha alcanzado los niveles de censura y represión política basados ​​en acusaciones de traición y subversión por supuestas simpatías con el comunismo que caracterizaron ese período, pero es de presumir que pudiéramos llegar allí. Las señales son perturbadoras. La bestia salvaje ahora no es el comunismo, sino Putin y la rusofilia. Y quien no sea lo suficientemente enfático en defender los “valores occidentales” es un rusófilo. La histeria instalada por el bombardeo mediático es tal que no es posible contraargumentar, contextualizar, presentar información que contradiga la narrativa instalada. De alguna manera, la lógica unanimista y automultiplicadora de las fake news que circulan en las redes sociales se ha generalizado a los medios de comunicación hegemónicos. No es que las noticias sean necesariamente falsas; es simplemente imposible introducir noticias o análisis que contrasten o solo contextualicen. Tampoco es posible informar sobre otros temas relevantes que nos ayuden a ver que, por importante y trágico que sea lo que está pasando en Ucrania, no es el único hecho importante y trágico o digno de noticia que está pasando en el mundo. Solo decir esto en un momento de pánico moral es ser candidato a la acusación de relativismo. Algunos ejemplos de mi experiencia personal pueden ayudar a ilustrar la situación.

Sobre la complejidad y la polarización
La primera gran ausencia producida por la extrema polarización es la complejidad de los análisis. Sobre la crisis en Ucrania he escrito hasta ahora los siguientes textos que pueden consultarse porque están en línea: “La ONU en la encrucijada” (https://iree.org.br/a-onu-na-encruzilhada/); “Cómo hemos llegado hasta aquí” (https://pensarlospensamientos.blogspot.com/2022/02/como-hemos-llegado-hasta-aqui.html); “¿Todavía es posible pensar con complejidad?” (https://pensarlospensamientos.blogspot.com/2022/03/todavia-es-posible-pensar-con.html); y, “Para una autocrítica de Europa” (https://blogs.publico.es/espejos-extranos/2022/03/09/por-una-autocritica-de-europa/). En todos los textos traté de contextualizar lo que está sucediendo y brindar informaciones menos accesibles pero muy relevantes para comprender los hechos. En conjunto, mis análisis apuntaron a evitar el simplismo de los buenos y los malos, y proporcionar instrumentos para evaluaciones más cuidadosas y menos propicias a justificar aventuras belicistas donde las poblaciones civiles inocentes son siempre las grandes víctimas. El último texto, publicado el 10 de marzo en el diario Público de Portugal, uno de los principales diarios de referencia del país, mereció un ataque injusto, injurioso, violento y descontrolado por parte del director del diario.
Estos momentos de histeria colectiva y de extrema polarización, que imposibilitan la complejidad o el pensamiento contracorriente, son cada vez más frecuentes. En mi larga vida ya pasé por tres de esos momentos, en los que pagué un precio por insistir en pensar con complejidad e independencia. El primero fue justo después de la Revolución del 25 de abril de 1974, que devolvió la democracia a los portugueses y allanó el camino para la independencia de las colonias portuguesas en África y Oceanía. En ese momento hubo un giro repentino y radical a la izquierda, y el que no estuviese con nosotros estaba contra nosotros. En tal altura, ser de izquierda era pertenecer al Partido Comunista o a uno de los partidos de extrema izquierda (leninista, estalinista, maoísta, trotskista, etc.). Creo que en ese momento fui el único director de una Facultad de Economía en Portugal que no estaba afiliado al PCP o a un partido de extrema izquierda. Simpatizaba con el MES (Movimiento de Izquierda Socialista), inspirado en Rosa Luxemburg. Me acusaron públicamente de ser agente de la CIA (quizás porque acababa de terminar mi doctorado en la Universidad de Yale). Los estudiantes me ayudaron al elegirme (no sabían si yo era de la CIA, pero al menos sabían que yo era el único profesor que les enseñó Karl Marx antes de la revolución de abril).
El segundo momento fue el 11 de septiembre de 2001. Estaba en Estados Unidos (donde en los últimos 35 años viví casi la mitad de cada año, afiliado a la Universidad de Wisconsin-Madison) y participaba en un debate en la Universidad de Columbia, Nueva York, sobre derechos humanos. Debido a que, en mi intervención, a pesar de haber condenado enérgicamente el atentado a las Torres Gemelas, me atreví a hablar de la necesidad de respetar los derechos humanos en todas las circunstancias y no renunciar a continuar el diálogo intercultural con el mundo islámico que, en su amplia mayoría, era amante de la paz, mis colegas de Harvard me vituperaron con saña y casi me consideraron un filoterrorista. En años posteriores, estos colegas justificarían la tortura y cosas peores contra la Constitución de los Estados Unidos.
El tercer momento, hace unos días, fue el ya mencionado ataque personal del director del diario Público en reacción a un artículo mío.
Estamos en un nuevo tiempo de extrema polarización. No la vi en la invasión y destrucción de Irak ni en otras (muchas) situaciones. Para mantener la capacidad de pensar incluso en momentos de peligro, como nos enseñó Walter Benjamin, nunca es saludable llegar a este nivel de polarización. Así como no es aceptable guardar silencio ante la violencia de las atrocidades cuando ocurren más lejos de nosotros y no movilizan a nuestros medios de comunicación. La vida humana para mí tiene un valor incondicional. El sufrimiento de los ucranianos, que querían la guerra tan poco como cualquiera de nosotros, es terrible. Pero me duelen igualmente las muertes injustas ocurridas en los mismos días en otras guerras en otras regiones del mundo. Ninguna muerte injusta puede relativizar o justificar cualquier otra muerte injusta. Según una conocida organización que registra las muertes de guerra en todo el mundo, estas son las estadísticas del período inicial de la invasión de Ucrania (20 de febrero al 4 de marzo): 114 (Ucrania), 23 (Irak), 511 (Yemen), 187 (Siria), 192 (Malí), 527 (Nigeria), 155 (República Democrática del Congo), 180 (Somalia), 112 (Burkina Faso). Y si incluimos los conflictos internos, algunos de los cuales son equiparables a la guerra civil, hay que sumar: 258 (México), 242 (Brasil), 81 (Colombia), 124 (Myanmar), 38 (Afganistán) (ACLED. Accesible en https://acleddata.com/dashboard/#/dashboard). El hecho de que ninguna de las otras tragedias haya merecido atención mediática no tiene para mí otro sentido ni interés que el de permitirme conocer los mecanismos sociológicos de la formación del pánico moral y de la indignación pública.

Los silencios como sociología de las ausencias
Las situaciones de extrema polarización y concentración mediática unidimensional crean dos tipos de silencios: el primero está relacionado con aspectos de fenómenos hipernarrados o afines que, al no corresponder con el guion impuesto, son activamente ignorados en las noticias; el segundo tipo de silencio se refiere a otros hechos ajenos al láser mediático y que sólo por esa razón son considerados indignos de ser noticiables.

El silencio del racismo y del colonialismo
En cuanto al primer tipo de silencio, elijo la forma en que, en momentos de emergencia y polarización, los prejuicios y las prácticas racistas y colonialistas son activados con una virulencia agravada provocando mucho sufrimiento injusto que no llega a las pantallas ni a las páginas de los noticieros. La histeria mediática sobre Ucrania alcanzó principalmente al eje del Atlántico Norte, que también incluye a Australia, Japón y Brasil. En otras regiones del mundo, la crisis de Ucrania fue de algún modo relativizada porque tiene relación con agresiones armadas (invasiones, bombardeos, muertes de civiles inocentes) de las que han sido víctimas reiteradamente; o porque en la actualidad se enfrentan a otros problemas que les parecen más graves o, al menos, más próximos (hambre, falta de agua y de vacunas, violencia yihadista). Pero cuando la crisis de Ucrania adquirió cierto dramatismo en las noticias de estos países, fueron abordados temas silenciados casi por completo en los medios del eje del Atlántico Norte. El 28 de febrero, la Unión Africana emitió una declaración vehemente contra el comportamiento “escandalosamente racista” de las autoridades fronterizas entre Ucrania y Polonia, que discriminaron a ciudadanos africanos que viven en Ucrania y trataban de huir de la guerra, sometiéndolos a un trato desigual debido a su color (www.theeastafrican.co.ke/tea/news/east-africa/african-union-ukraine-war-3732862?view=htmlamp). Básicamente, se trataba de ponerlos al final de todas las colas, ya sea para acceder al transporte, cruzar la frontera y recibir acogida. Mientras tanto, diez días después, la respetada red Jewish Voice for Peace anunció que Israel estaba instalando a los refugiados ucranianos, que había decidido acoger, en los territorios palestinos que ocupa ilegalmente en el Valle del Jordán y Naqab. Solidaridad internacional a costa de la opresión colonial de los verdaderos poseedores de la tierra.

El silencio de la innovación democrática
El segundo tipo de silencio se refiere a hechos no relacionados con la orgía mediática y que apuntan a la diversidad del mundo. En Europa, la toma de posesión de Gabriel Boric como nuevo presidente de Chile pasó casi totalmente desapercibida. Y, sin embargo, es a todas luces un evento importante. Se trata de la elección democrática del presidente más joven de América Latina (36 años), proveniente de los movimientos sociales (exdirigente estudiantil) que lucharon en los últimos años por la democratización profunda de Chile, una lucha donde las mujeres y los pueblos originarios (a saber, los mapuches), tuvieron un papel protagónico. Es el país de Salvador Allende, asesinado durante el golpe militar de 1973 que abrió camino a una de las dictaduras más sangrientas del siglo pasado. En un acto de gran simbolismo, el presidente Boric, mientras se dirigía al Palacio de La Moneda, sede de la presidencia de Chile, rompió el protocolo, salió de la alfombra roja y saludó a la estatua de Allende que se erige frente al recinto. Es igualmente significativo que una de sus ministras sea nieta de Allende y, además, ministra de Defensa.
El primer discurso de Boric como presidente de Chile es un documento histórico. En un país fracturado por la desigualdad económica, la discriminación étnico-racial y el conflicto social, Boric hizo un vibrante llamado a la unión con justicia social. En un país minado por el etnocentrismo, resaltó la diversidad de los pueblos que conforman el Estado chileno, es decir, los pueblos indígenas con derecho a que se respete su identidad cultural y territorial. En un país con una violenta tradición de Estado represivo, Boric llamó al fortalecimiento de un Estado social, protector de las clases sociales más vulnerabilizadas por el neoliberalismo depredador que atravesó el país en las últimas décadas. En un país que tiene una Convención Constitucional en curso, de la que puede surgir una de las constituciones más progresistas del mundo, Boric prometió pleno apoyo al proceso constituyente en curso y al plebiscito que seguirá para aprobar la nueva Constitución. Nada de esto mereció la atención de los medios. Pero fue aquí donde se sembró una nueva esperanza democrática para Chile, para América Latina y para el mundo.
Traducción de José Luis Exeni Rodríguez

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*Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo.Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial. Articulo enviado a Other News por la oficina del autor, el 17.03.22

Fuente: https://www.other-news.info/noticias/los-silencios-de-ucrania-a-boric/


viernes, 4 de marzo de 2022

¿TODAVÍA ES POSIBLE PENSAR CON COMPLEJIDAD? Por Boaventura de Sousa Santos*


Como la crisis global causada por la pandemia no es suficiente, el mundo acaba de entrar en una nueva y grave fase de deriva bélica, que podría sumergirlo en una crisis aún mayor. La causa próxima de este agravamiento es la invasión de Ucrania, y el autor próximo es Rusia y el autor remoto es EE. UU., habiendo ignorado las preocupaciones rusas sobre su seguridad durante tres décadas. Hay un momento de tensión extraordinaria que se expresa en la cobertura mediática de la crisis de Ucrania, especialmente en el eje del Atlántico Norte, que también incluye a Australia, Japón y Brasil. En otras partes del mundo, la crisis de Ucrania, o se relativiza porque se refiere a agresiones armadas (invasiones, bombardeos, muertes de civiles inocentes) de las que han sido víctimas repetidamente, o porque ahora se enfrentan a otros problemas que parecen   más graves o al menos más cercanos a ellos (hambre, falta de agua y vacunas, violencia yihadista). Y cuando la crisis de Ucrania adquiere algún dramatismo es por cuestiones que no son visibles o no tienen sentido cuando se miran desde la perspectiva de la opinión pública en el eje del Atlántico Norte. Por ejemplo, el 28 de febrero la Unión Africana emitió una declaración vehemente contra el comportamiento “escandalosamente racista” de las autoridades fronterizas ucraniano-polacas, al discriminar a los ciudadanos africanos que viven en Ucrania y tratan de huir de la guerra, sometiéndolos a un trato desigual debido a su color.[1]

En cambio, en el eje del Atlántico Norte, la polarización de opiniones es tal que ya no es posible introducir complejidad en la discusión, posición muy similar a la vivida inmediatamente después del 11-S. Cualquier posición que contextualice o problematice se considera traición. Putin también tiene seguidores igualmente primarios. Algunos sectores de izquierda (por ejemplo, en Brasil y Portugal) se negaron a condenar la invasión de Ucrania. ¿Tal vez porque piensan que Putin es un heredero legítimo de la Unión Soviética? ¿No se habrán dado cuenta de que Putin es un líder conservador cercano a la extrema derecha europea (excepto la de Ucrania), crítico de Lenin y con contactos privilegiados con Marine Le Pen y Donald Trump? De hecho, el apoyo del Partido Comunista Ruso a Putin es moderado y algunos de sus líderes no han dudado en distanciarse de él. En una entrevista con la BBC el 28 de febrero, Mikhail Matveev, Vicepresidente del Comité de Política Regional del Estado del Partido Comunista Ruso, dijo:

«A mi entender, no se utilizó el potencial de reconocer las repúblicas [Donetsk y Lugansk] y darles un nuevo estatus más protegido, como fue el caso de Abjasia y Osetia del Sur. Aparentemente, el partido de guerra decidió que ni siquiera era necesario intentar construir nuevas relaciones entre el liderazgo de Ucrania y estas repúblicas en otras realidades, cuando el ejército ruso está estacionado allí, que funciona como un escudo y garantiza que no habrá ataques a las ciudades de Donbass. Ni siquiera lo intentaron. En mi opinión, esta lógica agresiva ahora conduce al hecho de que cada vez hay más amargura. Cuando aparecen más y más muertos en ambos lados, la batalla se vuelve tal que ya es muy difícil detenerla. (…) Este es un grave error de los líderes rusos: no utilizaron todas las posibilidades para una solución pacífica al problema. Decidieron cortar inmediatamente todas las preguntas acumuladas como un nudo gordiano de un solo golpe.”[2] 

En estas condiciones, ¿Es posible pensar? ¿Es posible mirar esta crisis como el ahora de una larga historia que, además de las causas próximas, incluye las lejanas y amplía tanto el número de agresores como el de víctimas? ¿Será de alguna utilidad tal ejercicio mientras mueren vidas inocentes? ¿Por qué no actuar en lugar de pensar? ¿Por qué no dirigir las energías de la indignación hacia manifestaciones masivas en todo el mundo contra la criminal invasión de Ucrania? ¿Qué nos separa de 2003 cuando 15 millones de ciudadanos de todo el mundo salieron a las calles para manifestarse contra la criminal invasión de Irak que se saldaría con más de un millón de muertos?[3] Si tales manifestaciones no fueran efectivas, ¿Por qué sería diferente ahora? ¿Renunciamos a hacer la guerra, venga de donde venga, o hay guerras justas y guerras injustas? Y, en ese caso, ¿Quién lo definió y con qué criterio?  Una cosa es segura, una invasión ilegal no justifica otra invasión ilegal. Las múltiples invasiones y bombardeos ilegales de EE.UU., especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, no pueden utilizarse para justificar la invasión y los bombardeos que se están produciendo en Ucrania. No podemos olvidar el horror de la bomba atómica lanzada en Hiroshima y Nagasaki cuando la guerra ya estaba ganada y sólo para castigar al adversario ya vencido y para afirmar el poder global de la nueva potencia a costa de tanta sangre inocente.

Pensar el pasado en un momento de crisis es pensar la anticipación del presente. ¿Se podría haber evitado esta crisis? Si EE. UU. fuera verdaderamente amante de la democracia, ¿habría intervenido en el golpe de Maidan (2014) contra un presidente elegido democráticamente, Viktor Yanukovych, que fue cuestionado en los días posteriores a su negativa a acercarse a la Unión Europea, lo que implicaba romper relaciones preferenciales con Rusia? ¿Por qué los conocidos grupos neonazis, como el Batallón Azov, se integraron en la Guardia Nacional de Ucrania y los medios occidentales los transformaron en héroes nacionalistas? ¿Por qué el think tank informal de la OTAN, Atlantic Council, a pesar de reconocer en 2018[4] que Ucrania tenía un problema de extrema derecha, publicó un artículo el 24 de febrero de 2020 titulado «Por qué Azov no debería ser designado como una organización terrorista extranjera»?[5] Después de las intervenciones de la OTAN en Serbia en 1999, Afganistán en 2001, Irak en 2004, Libia en 2011, ¿Es posible seguir considerándola una organización defensiva? Si la seguridad internacional se consideró indivisible después de la Segunda Guerra Mundial, ¿Por qué Estados Unidos se ha negado a reconocer y discutir las preocupaciones rusas en los últimos treinta años? Si desde 2015 la región de Donbass ha estado en guerra, lo que ha dejado entre 10.000 y 14.000 muertes, ¿Dónde estaba la ONU para detener las hostilidades? ¿Por qué la ONU no fue más activa en el cumplimiento de los acuerdos de Minsk?

Tal vez pensar en el pasado no tenga ningún interés en este momento de urgencia. Quizás sea más importante pensar en el futuro. La devastada Ucrania está arrastrando una crisis económica sin precedentes en Europa. ¿Y los ciudadanos rusos? Ciertamente están tan en contra de la guerra como los ciudadanos de otros países. Un grupo de científicos y periodistas científicos rusos acaba de emitir un comunicado extremadamente crítico sobre la invasión de Ucrania en el que se dice en un momento:

“No hay justificación racional para esta guerra. Los intentos de utilizar la situación en Donbass como pretexto para lanzar una operación militar no inspiran ninguna confianza. Está claro que Ucrania no representa una amenaza para la seguridad de nuestro país. La guerra contra ella es injusta y francamente insensata. Ucrania ha sido y sigue siendo un país cercano a nosotros. Muchos de nosotros tenemos familiares, amigos y colegas científicos que viven en Ucrania. Nuestros padres, abuelos y bisabuelos lucharon juntos contra el nazismo. Desatar una guerra en aras de las ambiciones geopolíticas de los líderes de la Federación Rusa, impulsada por dudosas fantasías histórico-filosóficas, es una cínica traición a su memoria.”[6]

En este momento, es casi cruel pensar en quiénes serán los ganadores de esta crisis. Algunos parecen obvios. Al igual que al final de la Segunda Guerra Mundial, la crisis económica en Europa significa un auge para la economía estadounidense. Entre los más beneficiados está sin duda la industria militar de varios países y, sobre todo, la de EEUU, teniendo a su disposición un nuevo campo de intensa militarización que le fue ofrecido por la trágica aventura de Putin. Y por la misma razón, los neoconservadores estadounidenses, que han dominado la política exterior de Estados Unidos desde el 11S, parecen estar teniendo una victoria después de tantos fracasos. La postura dura del presidente Zelensky, basada en tal desproporción de fuerza, ciertamente se basa en un impulso patriótico. Pero no me sorprendería si fueran los neoconservadores quienes le están aconsejando que no se rinda, agravando así el sufrimiento humano de los ucranianos. Saben que el tiempo corre contra Rusia y que esta es la oportunidad para el jaque mate final. Ironía de ironías, si Donald Trump hubiera ganado las elecciones, los estadounidenses podrían haber estado peor, pero paradójicamente el mundo podría haber estado más seguro. Por alguna razón, Trump era el candidato de Putin, interviniera este último o no en las elecciones estadounidenses.

En cuanto al futuro, dos notas parecen imponerse. La primera es sobre las consecuencias de la humillación rusa. Estados Unidos no estaba satisfecho con el fin de la Unión Soviética ni con ver a Mikhail Gorbachov haciendo el comercial de Pizza Hut en la televisión rusa en 1998. En las últimas tres décadas, ha estado humillando a Rusia, especialmente en los últimos años, cuando quedó claro que Rusia sería el aliado preferido de China, que, mientras tanto, surgió como el gran rival de Estados Unidos. Sin lugar a duda, China no se fortalece de esta crisis porque, al ser un imperio en ascenso, tiene un interés particular en la liberalización del comercio. Ciertamente los líderes chinos leyeron el Mare Liberum de Hugo Grocio publicado en 1609.  Pero la humillación de Rusia puede tener consecuencias impredecibles, especialmente para Europa.  En 1919, Alemania firmó el Tratado de Versalles con el que terminó la Primera Guerra Mundial. Un economista inglés de 35 años, John Maynard Keynes, abandonaba la conferencia de paz en protesta por las condiciones excesivamente punitivas impuestas por los aliados en Alemania.  Keynes predijo que las reparaciones exageradas y otras duras condiciones impuestas a Alemania conducirían al colapso de Alemania, lo que tendría graves consecuencias económicas y políticas en Europa y el mundo (The Economic Consequences of the Peace, publicado en 1919). Resultó ser profético.  Desafortunadamente, el mundo no parece tener un Keynes hoy.

La segunda nota se refiere al gobierno mundial. Después de la crisis de Ucrania, el mundo estará más polarizado que nunca entre Estados Unidos y China. EE.UU. continuará su declive histórico y aumentará su agresividad para asegurar zonas de influencia. Acaban de completar la conquista de Europa, una oferta de Putin. En el futuro, las regiones del mundo que, por la razón que sea, no quieran alinearse plenamente, tendrán más dificultades para lograrlo. La infame injerencia del cambio de régimen, que hasta ahora ha sido exclusiva de EE.UU., ahora ha sido desastrosamente intentada por Putin. ¿Hasta cuándo confiará China en el atractivo de sus propuestas para prescindir del cambio de régimen? Una de las razones que llevó a Estados Unidos al colapso de Yugoslavia fue la presencia, aunque tenue, del Movimiento de los No Alineados en Europa, un movimiento nacido en 1961, principalmente por iniciativa de países jóvenes que salían del colonialismo europeo (India, Indonesia, Egipto, Ghana) que propusieron seguir un camino de desarrollo propio, equidistante del capitalismo occidental y del socialismo soviético. En las próximas décadas se impondrá un movimiento con el mismo espíritu, y esta vez será entre el capitalismo de las multinacionales y el capitalismo del Estado chino.

Además, se impondrá el surgimiento de sujetos políticos globales que son portavoces de los intereses de las sociedades civiles y las comunidades a menudo olvidadas, abandonadas o desinformadas por los gobiernos cada vez más rehenes de los intereses económicos y financieros globales e imperiales. La ONU es una organización estatal, y el intento de Kofi Annan de hacerla más abierta a la sociedad civil ha fracasado. Después de la crisis de Irak y Ucrania, la ONU seguirá el camino del descrédito. Y esto solo se profundizará cuanto mayor sea su sumisión a los intereses geoestratégicos de EE.UU. Si vivimos permanentemente en guerra a pesar de que la gente común del mundo (excepto aquellos vinculados a la industria militar o ejércitos mercenarios) quieren vivir en paz, ¿No es hora de que tengamos una voz organizada y global que se haga escuchar? .

Traducción de Bryan Vargas Reyes

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*Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial. Articulo enviado a Other News por el autor, el 03.03.22

Fuente: https://www.other-news.info/noticias/todavia-es-posible-pensar-con-complejidad/

sábado, 26 de febrero de 2022

¿CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ?

 Boaventura de Sousa Santos*


La soberanía de Ucrania no puede cuestionarse. La invasión de Ucrania es ilegal y debe ser condenada. La movilización de civiles decretada por el presidente de Ucrania puede considerarse un acto desesperado, pero presagia una futura guerra de guerrillas. Putin debería tener en cuenta la experiencia de Estados Unidos en Vietnam: el ejército regular de un invasor, por poderoso que sea, acabará siendo derrotado si el pueblo en armas se moviliza contra él. Todo esto augura pérdidas incalculables de vidas humanas inocentes. Apenas recuperada de la pandemia, Europa se prepara para un nuevo desafío de proporciones desconocidas. La perplejidad ante ello no podría ser mayor.

 La pregunta es: ¿cómo y por qué hemos llegado hasta aquí? Hace treinta años Rusia (entonces la Unión Soviética) salió derrotada de la Guerra Fría, se desmembró, abrió sus puertas a la inversión occidental, desmanteló el Pacto de Varsovia (el equivalente soviético de la OTAN), los países de Europa del Este se emanciparon de la subordinación soviética y prometieron democracias liberales en una amplia zona de Europa. ¿Qué ha pasado desde entonces para que Occidente vuelva a enfrentarse ahora a Rusia? Dada la diferencia de poder entre Rusia y las potencias occidentales en 1990, la respuesta más inmediata apunta a que esto se debe a la absoluta ineptitud de los líderes occidentales para capitalizar los dividendos del colapso de la Unión Soviética. Sin duda, la ineptitud es evidente y define bien el comportamiento de la Unión Europea a lo largo de estos años. Ha sido incapaz de construir una base sólida para la seguridad europea que obviamente tendría que construirse con Rusia, y no contra Rusia, aunque solo fuera para honrar la memoria de cerca de veinticuatro millones de muertos, el precio que Rusia pagó para liberarse y liberar a Europa del yugo nazi.

Pero esta respuesta es insuficiente si tenemos en mente la política exterior de Estados Unidos en los últimos treinta años. Con el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos sintió que era el dueño del mundo, un mundo que finalmente era unipolar. Las potencias nucleares que podían amenazarlo fueron neutralizadas o eran amigas. Las ideas de correlación de fuerzas y de equilibrio de poderes desaparecieron de su vocabulario. Esta tranquilidad incluso llevó a algunos a predecir el fin de la OTAN por falta de propósito. Pero estaba Yugoslavia, el país que, tras el fin de la ocupación nazi en 1945, el general Tito había transformado en una federación de regiones (Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Serbia, Kosovo, Macedonia), un régimen que pretendía ser independiente tanto de la Unión Soviética como de Occidente.  Con el apoyo entusiasta de Alemania, Estados Unidos pensó que era hora de que Yugoslavia colapsara. Los graves conflictos internos y las crisis financieras de la década de 1980 se utilizaron para fomentar la división y el odio.  De ese modo, una región donde antes había florecido la convivencia interétnica e interreligiosa, se convirtió en un campo de odio. La nueva guerra de los Balcanes, a principios de la década de 1990, se convirtió así en la primera guerra en suelo europeo después de 1945. Todos los contendientes cometieron una violencia inaudita, pero para Occidente los villanos fueron solo los serbios, todos los demás pueblos eran heroicos nacionalistas. Los países occidentales (Alemania a la cabeza) se apresuraron a reconocer la independencia de las nuevas repúblicas en nombre de los derechos humanos y la protección de las minorías. En 1991, Kosovo exigió en referéndum su independencia de Serbia y ocho años más tarde la OTAN bombardeó Belgrado para imponer la voluntad de los kosovares.

¿Cuál es la diferencia entre Kosovo y Donbass, donde las repúblicas étnicamente rusas celebraron referéndums en los que se pronunciaron a favor de la independencia? Ninguna, excepto que Kosovo fue apoyado por la OTAN y las repúblicas de Donbass son apoyadas por Rusia. Los acuerdos de Minsk de 2014 y 2015 preveían la gran autonomía de estas regiones. Ucrania se negó a cumplirlos. Por lo tanto, tales acuerdos fueron rotos mucho antes de que Putin hiciera lo mismo. ¿Cuál es la diferencia entre la amenaza a su seguridad que siente Rusia ante el avance de la OTAN y la “crisis de los misiles” de 1962, cuando los soviéticos intentaron instalar misiles en Cuba y Estados Unidos, amenazado en su seguridad, prometió defenderse con todos los medios, incluida la guerra nuclear?

La respuesta a la pregunta de cómo y por qué hemos llegado hasta aquí radica fundamentalmente en un error estratégico de Estados Unidos y de la OTAN: el de no haber visto que nunca estuvieron en un mundo unipolar dominado por ellos. Cuando terminó la primera Guerra Fría, China estaba creciendo, con el apoyo entusiasta de las empresas estadounidenses en busca de salarios bajos. Así germinó el nuevo rival estadounidense, y con él la nueva guerra fría en la que estamos entrando, potencialmente más grave que la anterior. Apostados en no reconocer su declive, desde la caótica salida de Afganistán hasta el mediocre desempeño en la pandemia, Estados Unidos insiste en las escapadas hacia adelante, y en esa estrategia pretende arrastrar a Europa. Esta pagará una factura alta por lo que está pasando. La más alta de todas recaerá sobre Alemania, motor de la economía europea y único competidor verdadero de Estados Unidos. Es fácil concluir quién se beneficiará de la crisis que se avecina, y no me refiero solo a quién suministrará el petróleo y el gas. A su vez, el intento de aislar a Rusia, especialmente a partir de 2014, se dirige sobre todo a China. Será otro error estratégico pensar que de esa manera se debilita a China. China acaba de declarar que no hay comparación posible entre Ucrania y Taiwán porque, para ella, Taiwán es territorio chino. La implicación es clara: para China, Ucrania no es territorio ruso. Pero pensar que se está creando una división entre China y Rusia es puro autoengaño.

No tengo ninguna duda de que un mundo multipolar regido por reglas de convivencia pacífica entre las grandes potencias es mejor que un mundo dominado exclusivamente por un solo país, porque si eso llega a suceder, será a costa de mucho sufrimiento humano. La invasión de Ucrania es inaceptable. Lo que no se puede decir es que no fue provocada. Rusia, como gran potencia que es, no debió dejarse provocar. ¿Será que la invasión de Ucrania es más una muestra de debilidad que de fuerza? Los tiempos venideros lo dirán.

Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez

*Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial. Articulo enviado a Other News por el autor, el 25.02.20

Fuente: https://www.other-news.info/noticias/como-hemos-llegado-hasta-aqui/


miércoles, 23 de febrero de 2022

Y su Dios ... les ha perdonado?

La Iglesia Católica Apostólica y Romana inauguró feminicidio y epistemicidio a la vez cuando la Santa Inquisición asesinó en la hoguera millones de mujeres sabías llenas de conocimientos ancestrales. No hemos visto que les hayan pedido perdón por eso. También violan niños, sin embargo, vemos todavía millones de mujeres que siguen detrás de ella. Nos preguntamos porqué?