jueves, 28 de enero de 2016

La equidad en la sociedad patriarcal

¿Es posible? Vivimos en un mundo en que los hombres, llamese homo sapiens macho, recibimos el poder por default, mientras que las homo sapiens hembras tienen que ganárselo en base a mucho esfuerzo. Es tal vez por eso que en mi investigación (Silva, 2015) encontramos colateralmente una tendencia el que los varones no relacionen el crecimiento de habilidades personales con la adquisición de poder. Para ellos este parece existir per se. Mientras que en las mujeres ocurre lo contrario. Ellas considerarían que el crecimiento endógeno no solo las potencia sino que las haría adquirir poder. En nuestra sociedad a partir de la religión católica, que profesa el 80% de nuestra población, recibimos un condicionamiento psicológico desde muy pequeños a la idea de un poder absoluto e incuestionable que es además patriarcal dado que las principales deidades, Dios y su hijo Jesucristo, son masculinas. A esto podemos agregarle además que sus imágenes están generalmente asociadas a personas con piel clara, y aunque ese es otro tema a tratar, sabemos que las diferencias en el color de la piel son también motivo de desigualdad. Establecida esta idea sobre el poder absoluto desde la infancia no es muy difícil colegir que con una idea así implantada ya se dio el primer paso en el dominio de las mentes. Es la idea de un primordialismo construido a partir de verdades universales escritas en un libro y a las que tiene que someterse todo el mundo. Pero más allá de las creencias religiosas, que todos los pueblos de la tierra han desarrollado a partir de sus propios contextos no necesariamente universalizables como la imposición de Constantino con la fundación de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, regresemos a la idea implantada de un poder absoluto e indiscutible: Si el poder del hombre es así y viene por default. ¿Cómo es posible construir equidad con la mujer?