miércoles, 22 de abril de 2020

La Cruel Pedagogía Del Virus_Boaventura de Sousa Santos





Boaventura de Sousa Santos

La Cruel Pedagogia Del Virus


CONTENIDO

Capitulo 1
Virus: todo lo que es sólido se desvanece en el aire

Capítulo 2
La trágica transparencia del virus

Capitulo 3
Al Sur De la Cuarentena

Capitulo 4
La intensa pedagogía del virus: las primeras lecciones

Capitulo 5
El futuro puede comenzar hoy



Capitulo 1

Virus: todo lo que es sólido se desvanece en el aire

Existe un debate en las ciencias sociales sobre si la verdad y la calidad de las instituciones en una sociedad dada se conocen mejor en situaciones de normalidad, de funcionamiento corriente, o en situaciones excepcionales, de crisis. Quizás las dos situaciones son igualmente inductoras de conocimiento, pero ciertamente cada una de ellas nos permite conocer o revelar cosas distintas. ¿Qué conocimiento potencial proviene del corona virus?

La normalidad de la excepción. La pandemia actual no es una situación de crisis claramente opuesta a una situación normal. Desde la década de 1980 -a medida que el neoliberalismo se fue imponiendo como la versión dominante del capitalismo y este se fue sujetando más y más a la lógica del sector financiero- el mundo está viviendo en un estado permanente de crisis. Una situación doblemente anómala. Por un lado, la idea de una crisis permanente es un oxímoron, ya que, en un sentido etimológico, la crisis es por naturaleza excepcional y temporal, y constituye la oportunidad de superarse y dar lugar a un mejor estado de cosas. Por otro lado, cuando la crisis es transitoria, debe ser explicada por los factores que la provocan. Pero cuando se vuelve permanente, la crisis se convierte en la causa que explica todo lo demás. Por ejemplo, la crisis financiera permanente se utiliza para explicar los recortes en las políticas sociales (salud, educación, seguridad social) o la degradación salarial. Y así evita que uno se pregunte sobre las causas reales de la crisis. El objetivo de la crisis actual es no ser resuelta. Pero, ¿cuál es el propósito de este objetivo? Básicamente dos: legitimar la escandalosa concentración de riqueza y boicotear medidas efectivas para prevenir la inminente catástrofe ecológica. Así hemos vivido durante los últimos cuarenta años. Por eso, la pandemia apenas agrava una situación de crisis a la que ha sido sometida la población mundial. De ahí su peligro específico. En muchos países, los servicios de salud pública estaban mejor preparados para hacer frente a la pandemia hace diez o veinte años de lo que están hoy.

La elasticidad de lo social. En cada época histórica, las formas dominantes de vivir (trabajo, consumo, ocio, convivencia) y de anticipar o postergar la muerte son relativamente rígidas y parecen derivar de reglas escritas en la piedra de la naturaleza humana. Es cierto que se van alterando paulatinamente, pero los cambios casi siempre pasan desapercibidos. La irrupción de una pandemia no se puede compaginar con ese retraso. Requiere cambios drásticos. Y de repente, se vuelven posibles como si lo hubieran sido siempre. Es posible quedarse en casa y tener tiempo para leer un libro y pasar más tiempo con los niños, consumir menos, prescindir de la adicción de pasar tiempo en centros comerciales mirando lo que está en venta, y olvidar todo lo que se desea, pero que solo puede obtenerse por medios distintos a la compra. La idea conservadora de que no hay alternativa a la forma de vida impuesta por el hipercapitalismo en el que vivimos se desmorona. Se demuestra que no hay alternativas solo porque el sistema político democrático ha sido llevado a dejar de discutir las alternativas. Como fueron expulsadas del sistema político, las alternativas entrarán en la vida de los ciudadanos, cada vez con más frecuencia, a través de la puerta trasera de las crisis pandémicas, los desastres ambientales y los colapsos financieros. Es decir, las alternativas aparecerán de la peor manera posible.

La fragilidad de lo humano. La aparente rigidez de las soluciones sociales crea en las clases que más se benefician de ellas una extraña sensación de seguridad. Es cierto que siempre existe cierta inseguridad, pero existen medios y recursos para minimizarla, ya sea atención médica, pólizas de seguro, servicios de compañías de seguridad, terapia psicológica, gimnasios. Este sentimiento de seguridad se combina con el de la arrogancia e incluso la condena de todos aquellos que se sienten víctimas de las mismas soluciones sociales. El brote viral pulveriza este sentido común y evapora la seguridad de un día para otro. Sabemos que la pandemia no es ciega y tiene objetivos privilegiados, pero aun así crea una conciencia de comunión planetaria, de alguna manera democrática. La etimología del término pandemia dice exactamente eso: toda la gente. La tragedia es que, en este caso, la mejor manera de mostrar solidaridad es aislarse y ni siquiera tocarse. Es una extraña comunión de destinos. ¿No serán posibles otros?

Los fines no justifican los medios. La desaceleración de la actividad económica, especialmente en el país más grande y dinámico del mundo, tiene consecuencias negativas obvias. Pero también tiene algunas consecuencias positivas. Por ejemplo, la disminución de la contaminación del aire. Un especialista en calidad del aire de la agencia espacial de los Estados Unidos (NASA) ha declarado que nunca se ha visto una ruptura tan dramática de la contaminación en un área tan vasta. ¿Significa esto que a principios del siglo XXI, la única forma de evitar la catástrofe ecológica cada vez más inminente es a través de la destrucción masiva de la vida humana? ¿Hemos perdido la imaginación preventiva y la capacidad política para ponerla en práctica?

Es también conocido que para controlar efectivamente la pandemia China accionó métodos de represión y vigilancia particularmente estrictos. Cada vez es más evidente que las medidas han sido efectivas. Pero resulta que China, por muchos méritos que tenga, no tiene el de ser un país democrático. Es muy cuestionable que tales medidas pudiesen accionarse o implementarse de manera igualmente efectiva en un país democrático. ¿Significa esto que la democracia carece de la capacidad política para responder a emergencias? Por el contrario, The Economist mostró a principios de este año que las epidemias tienden a ser menos letales en los países democráticos debido al libre flujo de información. Pero como las democracias son cada vez más vulnerables debido a las fake news, tendremos que imaginar soluciones democráticas basadas en la democracia participativa a nivel de barrios y comunidades y en una educación cívica orientada hacia la solidaridad y la cooperación, y no hacia el emprendimiento y la competitividad a toda costa.

La guerra de la que se hace la paz. La forma en que se construyó inicialmente la narrativa pandémica en los medios de comunicación occidentales hizo evidente el deseo de demonizar a China. Las malas condiciones higiénicas en los mercados chinos y sus extraños hábitos alimenticios (primitivismo insinuado) estaban en el origen del mal. Subliminalmente, el público mundial fue alertado sobre el peligro de que China, ahora la segunda economía mundial, domine al mundo. Si China fue incapaz de prevenir tamaño daño a la salud global y, por otra parte, poder superarlo de manera efectiva, ¿cómo podemos confiar en la tecnología del futuro propuesta por China? ¿Pero el virus nace en China? La verdad es que, según la Organización Mundial de la Salud, el origen del virus aún no se ha determinado. Por lo tanto, es irresponsable que los medios oficiales en los EE. UU. hablen del "virus extranjero" o incluso del "corona virus chino", sobre todo porque solo en países con buenos sistemas de salud pública (EE. UU. no es uno de ellos) es posible hacer pruebas y determinar con precisión los tipos de influenza que han ocurrido en los últimos meses. Lo que sabemos con certeza es que, mucho más allá del corona virus, hay una guerra comercial entre China y los EE. UU. Una guerra sin cuartel que, como todo lleva a creer, tendrá que terminar con un ganador y un perdedor. Desde el punto de vista de los Estados Unidos, es urgente neutralizar el liderazgo de China en cuatro áreas: la fabricación de teléfonos móviles, telecomunicaciones de quinta generación (inteligencia artificial), automóviles eléctricos y energía renovable.

La sociología de las ausencias. Una pandemia de este tamaño causa conmoción en todo el mundo. Aunque la dramatización esté justificada, es bueno tener en cuenta las sombras que la visibilidad va creando. Por ejemplo, Médicos sin Fronteras advierten sobre la extrema vulnerabilidad al virus por parte de los miles de refugiados e inmigrantes detenidos en campos de internamiento en Grecia. En uno de estos campamentos (Campo de Moria), hay un grifo de agua para 1300 personas y no hay jabón. Los reclusos solo pueden vivir cerca uno del otro. Familias de cinco o seis personas duermen en un espacio de menos de tres metros cuadrados. Eso también es Europa, la Europa invisible. Esas condiciones también prevalecen en la frontera sur de los Estados Unidos, América también es invisible allí. Y las zonas de invisibilidad podrían multiplicarse en muchas otras regiones del mundo, y tal vez incluso aquí, muy cerca de cada uno de nosotros. Tal vez baste abrir la ventana.



Capítulo 2

La trágica transparencia del virus

Los debates culturales, políticos e ideológicos de nuestro tiempo tienen una extraña opacidad que se deriva de su distancia en relación a lo cotidiano vivido por la gran mayoría de la población, los ciudadanos comunes «la gente de a pie», como dicen los latinoamericanos. En particular, la política, que debiera mediar entre las ideologías y las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos, ha renunciado a esta función. Si hay un rastro de mediación, es con las necesidades y aspiraciones de los mercados, ese formidable y monstruoso mega ciudadano que nadie ha visto, tocado u olido, un ciudadano extraño que solo tiene derechos y ningún deber. Es como si la luz que proyecta nos cegase. De repente, estalla la pandemia, la luz de los mercados palidece, y de la oscuridad con la que siempre nos amenazan si no nos sometemos al vasallaje, emerge una nueva claridad. La claridad pandémica y las apariciones en las que se materializa. Lo que nos permite ver que el modo cómo se interpreta y evalúa determinará el futuro de la civilización en la que vivimos. Estas apariciones, a diferencia de otras, son reales y están aquí para quedarse.

La pandemia es una alegoría. El sentido literal de la pandemia de corona virus es el miedo caótico generalizado y la muerte sin fronteras causada por un enemigo invisible. Pero expresa mucho más que eso. Estos son algunos de los sentidos que se desprenden. El todopoderoso invisible puede ser infinitamente grande (el dios de las religiones del libro) o infinitamente pequeño (el virus). En tiempos recientes, emergió otro ser todopoderoso invisible, ni grande ni pequeño porque es deforme: el mercado. Al igual que el virus, es insidioso e impredecible en sus mutaciones y, como dios (Santísima Trinidad, encarnaciones), es uno y múltiple. Se expresa en plural pero es singular. A diferencia de dios, los mercados son omnipresentes en este mundo y no en un mundo del más allá, y, al contrario del virus, es una bendición para los poderosos y una maldición para todos los demás (la abrumadora mayoría de los humanos y la totalidad de la vida no humana). A pesar de ser omnipresentes, todos estos seres invisibles tienen espacios de recepción específicos: el virus, en los cuerpos; dios, en los templos; los mercados, en las bolsas de valores. Fuera de estos espacios, el ser humano es un ser sin hogar trascendental.

Sujeto a tantos seres impredecibles y todopoderosos, el ser humano, y toda la vida no humana de la que depende, no pueden dejar de ser sumamente frágiles. Si todos estos seres invisibles permanecen activos, la vida humana pronto (si no ya) será una especie en peligro de extinción. Está sujeta a un orden escatológico y se acerca al final. La intensa teología que se teje alrededor de esta escatología contempla varios niveles de invisibilidad e imprevisibilidad. El dios, el virus y los mercados son las formulaciones del último reino, el más invisible e impredecible, el reino de la gloria celestial o el destino infernal. Solo aquellos que se salvan, los más fuertes (los más santos, los más jóvenes, los más ricos) ascienden a ella. Debajo de ese reino está el reino de las causas. Es el reino de las mediaciones entre lo humano y lo no humano. En este reino, la invisibilidad es menos enrarecida, pero es producida por luces intensas que proyectan sombras densas sobre ella. Este reino consta de tres unicornios. Sobre el unicornio, Leonardo da Vinci escribió: «El unicornio, por su intemperancia e incapacidad para dominarse a sí mismo, y debido al deleite que le proporcionan las doncellas, olvida su ferocidad y salvajismo. Deja de lado la sospecha, se acerca a la doncella sentada y se duerme en su regazo. De esa manera, los cazadores pueden cazarlo". En otras palabras, el unicornio es un todopoderoso feroz y salvaje que, sin embargo, tiene un punto débil, sucumbe a la astucia de cualquiera que sepa cómo identificarlo.

Desde el siglo XVII, los tres unicornios han sido el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado. Estos son los principales modos de dominación. Para dominar efectivamente, deben ser valientes, feroces e incapaces dominarse, como advierte Da Vinci. A pesar de ser omnipresentes en la vida de los humanos y las sociedades, son invisibles en su esencia y en la articulación esencial entre ellos. La invisibilidad proviene de un sentido común inculcado en los seres humanos por la educación y el adoctrinamiento permanentes. Este sentido común es evidente y contradictorio al mismo tiempo. Todos los seres humanos son iguales (afirma el capitalismo); pero, como existen diferencias naturales entre ellos, la igualdad entre los inferiores no puede coincidir con la igualdad entre los superiores (afirman el colonialismo y el patriarcado). Este sentido común es antiguo y fue debatido por Aristóteles, pero no fue hasta el siglo XVII que entró en la vida de la gente común, primero en Europa y luego en el resto del mundo.

Al contrario de lo que piensa Da Vinci, la ferocidad de estos tres unicornios no se basa solo en la fuerza bruta. También se basa en una astucia que les permite desaparecer cuando todavía están vivos, o parecer débiles cuando permanecen fuertes. La primera astucia se revela en múltiples trucos. Así, el capitalismo parecía haber desaparecido en una parte del mundo con la victoria de la Revolución Rusa. Al final, apenas hibernó dentro de la Unión Soviética y continuó controlando desde afuera (capitalismo financiero, contra insurgencia). Hoy, el capitalismo alcanza su mayor vitalidad dentro de su mayor enemigo, el comunismo, en un país que pronto será la primera economía del mundo, China. A su vez, el colonialismo ocultó su desaparición con la independencia de las colonias europeas, pero, de hecho, continuó siendo metamorfoseado por el neo colonialismo, el imperialismo, la dependencia, el racismo, etc. Finalmente, el patriarcado induce a la idea de estar moribundo, o debilitarse, debido a las importantes victorias de los movimientos feministas en las últimas décadas, pero, de hecho, la violencia doméstica, la discriminación machista y el feminicidio no cesan de aumentan constantemente. La segunda astucia consiste en que el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado aparecen como entidades separadas como que no tuvieran nada que ver entre si. La verdad es que ninguno de estos unicornios separados tiene el poder de dominar. Solo los tres juntos son todos poderosos. Es decir, mientras haya capitalismo, habrá colonialismo y patriarcado.

El tercer reino es el reino de las consecuencias. Es el reino en el que los tres poderes todopoderosos muestran su verdadero rostro. Esta es la capa que la gran mayoría de la población puede ver, aunque con cierta dificultad. Este reino tiene hoy dos paisajes principales donde es más visible y cruel: la concentración escandalosa de riqueza / desigualdad social extrema, y la destrucción de la vida en el planeta / catástrofe ecológica inminente. Es ante estos dos paisajes brutales que los tres seres todopoderosos y sus mediaciones muestran hacia dónde nos llevaran si continuamos considerándolos todopoderosos. ¿Pero son todos poderosos? ¿O no será que su omnipotencia es apenas el espejo de la incapacidad impulsada por los humanos para luchar contra ellos? Esa es la cuestión.

La realidad suelta y la excepcionalidad de la excepción. La pandemia confiere una libertad caótica a la realidad, y cualquier intento de aprisionarla analíticamente está condenado al fracaso, dado que la realidad siempre va por delante de lo que pensamos o sentimos. Teorizar o escribir sobre ella es poner nuestras categorías y nuestro lenguaje al borde del abismo. Como diría André Gide, es concebir la sociedad contemporánea y su cultura dominante en un modo de puesta en escena. Los intelectuales son los que más deberían temer esta situación. Al igual que con los políticos, los intelectuales, en general, también dejaron de mediar entre las ideologías y las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos comunes. Median entre ellos, entre sus pequeñas diferencias ideológicas. Escriben sobre el mundo, pero no con el mundo. Hay pocos intelectuales públicos, y estos tampoco escapan al abismo de estos días. La generación que nació o creció después de la Segunda Guerra Mundial se acostumbró a tener un pensamiento excepcional en tiempos normales. Ante la crisis pandémica, les resulta difícil pensar en la excepción en tiempos excepcionales. El problema es que la práctica caótica y elusiva de los días está más allá de la teorización y requiere ser entendida en un modo de subteorización. En otras palabras, como si la claridad de la pandemia creara tanta transparencia que nos impidiera leer y mucho menos reescribir lo que estábamos grabando en la pantalla o en papel. Dos ejemplos. Tan pronto como estalló la crisis pandémica, Giorgio Agamben se rebeló contra el peligro del surgimiento de un estado de excepción. El Estado, al tomar medidas para controlar y restringir la movilidad con el pretexto de combatir la pandemia, adquiriría poderes excesivos que pondrían en peligro la democracia misma. Esta advertencia tiene sentido y fue presagio en algunos países, especialmente en Hungría. Pero fue escrito en un momento en que los ciudadanos, en estado de pánico, se dieron cuenta de que los servicios nacionales de salud no estaban preparados para combatir la pandemia y exigieron que el Estado tomara medidas efectivas para prevenir la propagación del virus. La reacción no se hizo esperar y Agamben tuvo que dar vuelta atrás. En otras palabras, la excepcionalidad de esta excepción no le permitió pensar que hay excepciones y excepciones y que, en vista de eso, tendremos que distinguir en el futuro no solo entre un estado democrático y un estado de excepción, sino también entre un estado de excepción democrática y un estado de excepción anti democrático. El segundo ejemplo se refiere a Slavoj Žižek, quien al mismo tiempo afirmó que la pandemia demostraba que el "comunismo global" era la única solución futura. La propuesta venía del seguimiento de sus teorías en tiempos normales, pero fue completamente irracional en tiempos de excepción excepcional. Él también tuvo que reconsiderarlo. Por muchas razones, he argumentado que el tiempo para los intelectuales de vanguardia ha terminado. Los intelectuales deben aceptarse a sí mismos como intelectuales de retaguardia, deben estar atentos a las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos comunes y saber cómo comenzar a partir de ellos para teorizar. De lo contrario, los ciudadanos estarán indefensos ante los únicos que saben hablar su idioma y entienden sus preocupaciones. En muchos países, estos son pastores evangélicos conservadores o imanes del Islam radical, apologistas de la dominación capitalista, colonialista y patriarcal.



Capitulo 3

Al Sur de la cuarentena

Cualquier cuarentena es siempre discriminatoria, más difícil para algunos grupos sociales que para otros e imposible para un gran grupo de cuidadores, cuya misión es hacer posible la cuarentena para toda la población. En este capítulo, sin embargo, analizo a otros grupos para los cuales la cuarentena es particularmente difícil. Estos son los grupos que tienen en común una vulnerabilidad especial que precede a la cuarentena y empeora con ella. Tales grupos forman lo que yo llamo el sur. En mi opinión, el Sur no designa un espacio geográfico. Designa un espacio-tiempo político, social y cultural. Es una metáfora del sufrimiento humano injusto causado por la explotación capitalista, la discriminación racial y la discriminación sexual. Propongo analizar la cuarentena desde la perspectiva de aquellos y los que más han sufrido estas formas de dominación e imaginar, también desde su perspectiva, los cambios sociales que se requieren después de que finalice la cuarentena. Hay muchos colectivos sociales de este tipo. Selecciono algunos.

Las mujeres. La cuarentena será particularmente difícil para las mujeres y, en algunos casos, incluso puede ser peligrosa. Las mujeres son consideradas «las cuidadoras del mundo», dominan la prestación de atención dentro y fuera de las familias. Prevalecen en profesiones como enfermería o asistencia social, que están a la vanguardia de la atención a los enfermos y ancianos dentro y fuera de las instituciones. No pueden defenderse con una cuarentena para garantizar la cuarentena de los demás. Son ellas también las que siguen a cargo, exclusiva o principalmente, de las familias. Uno podría imaginar que, con más brazos en casa durante la cuarentena, las tareas podrían estar más distribuidas. Sospecho que no será así en vista del machismo que prevalece y tal vez se refuerza en tiempos de crisis y confinamiento de la familia. Con los niños y otros miembros de la familia en el hogar durante 24 horas, el estrés será mayor y ciertamente recaerá más en las mujeres. El aumento en el número de divorcios en algunas ciudades chinas durante la cuarentena puede ser un indicador de lo que acabo de decir. Por otro lado, se sabe que la violencia contra las mujeres tiende a aumentar en tiempos de guerra y crisis, y ahora ha aumentado. Una buena parte de esta violencia ocurre en el espacio doméstico. El confinamiento de familias en espacios reducidos y sin salida puede ofrecer más oportunidades para el ejercicio de la violencia contra las mujeres. El periódico francés Le Figaro informó el 26 de marzo que, según el Ministerio del Interior, la violencia conyugal había aumentado en un 36% en París la semana anterior.

Trabajadores precarios, informales y autónomos. Después de cuarenta años de ataque a los derechos de los trabajadores en todo el mundo por las políticas neoliberales, este grupo de trabajadores prevalece a nivel mundial, aunque las diferencias de un país a otro son muy significativas. ¿Qué significará la cuarentena para ellos, que tienden a ser los más rápidamente despedidos siempre que hay una crisis económica? El sector de servicios, donde abundan, será una de las áreas más afectadas por la cuarentena. El 23 de marzo, India declaró la cuarentena durante tres semanas, involucrando a 1.300 millones de personas. Teniendo en cuenta que en India entre el 65% y el 70% de los trabajadores pertenecen a la economía informal, se estima que 300 millones de indios quedaron sin ingresos. En América Latina, alrededor del 50% de los trabajadores están empleados en el sector informal. Del mismo modo, en el caso de Kenia o Mozambique, debido a los programas de ajuste estructural de los años 1980-90, la mayoría de los trabajadores son informales. Esto significa que dependen de un salario diario; incluso aquellos con empleo formal disfrutan de pocos beneficios contractuales. La recomendación de la OMS de trabajar en casa y en auto aislamiento no es práctica, ya que obliga a los trabajadores informales a elegir entre ganarse el pan a diario o quedarse en casa y pasar hambre. ¿Qué significa la cuarentena para los trabajadores que ganan día a día para vivir día a día? ¿Se arriesgarán a desobedecer a la cuarentena para alimentar a su familia? ¿Cómo resolverán el conflicto entre el deber de alimentar a la familia y el deber de proteger sus vidas y la vida de ellos? Morir por el virus o morir de hambre, esas son las opciones.

Vendedores ambulantes. Los trabajadores de la calle son un grupo específico de trabajadores precarios. Los vendedores ambulantes, para quienes el «negocio», es decir la subsistencia, depende exclusivamente de la calle, de quien pase y de su decisión, siempre impredecible para el vendedor, de detenerse y comprar algo. Hace mucho tiempo que los vendedores viven en cuarentena en la calle, pero en la calle con gente. El impedimento de trabajar para quienes venden en los mercados informales de las grandes ciudades significa que potencialmente millones de personas ni siquiera tendrán el dinero para ir a las instalaciones de salud si se enferman, o para comprar desinfectantes para manos y jabón. Los que tienen hambre no pueden darse el lujo de comprar jabón y agua a precios que están comenzando a sufrir el peso de la especulación. En otros contextos, aquellos uberizados en la economía informal que entregan alimentos y paquetes en el hogar. Ellos garantizan la cuarentena de muchos, pero por eso no pueden protegerse con ella. Su «negocio» aumentará tanto como su riesgo.

Los sin hogar o personas en la calle. ¿Cómo será la cuarentena para aquellos que no tienen hogar? Personas que pasan sus noches en viaductos, en estaciones abandonadas de metro o tren, en túneles de aguas pluviales o de alcantarillado en tantas ciudades del mundo. En los Estados Unidos los llaman tunnel people. ¿Cómo será la cuarentena en los túneles? ¿No han sido puestos en cuarentena toda su vida? ¿Se sentirán más libres que aquellos que ahora se ven obligados a vivir en casa? ¿La cuarentena se verá como una forma de justicia social?

Residentes en las periferias pobres de las ciudades, barrios bajos, barriadas, callejones, etc. Según datos de ONU Hábitat, 1.600 millones de personas no tienen una vivienda adecuada y el 25% de la población mundial vive en barrios informales sin infraestructura o saneamiento básico, sin acceso a servicios públicos, con escasez de agua y electricidad. Viven en espacios pequeños reunidos en familias numerosas. En resumen, viven en la ciudad sin derecho a la ciudad, ya que, viviendo en áreas suburbanizadas, no tienen acceso a las condiciones urbanas presupuestas por el derecho a la ciudad. Dado que muchos habitantes son trabajadores informales, se enfrentan a la cuarentena con las mismas dificultades mencionadas anteriormente. Pero además, dadas las condiciones de la vivienda, ¿podrán cumplir con las normas de prevención recomendadas por la OMS? ¿Serán capaces de mantener la distancia interpersonal en los pequeños espacios de vivienda donde la privacidad es casi imposible? ¿Podrán lavarse las manos con frecuencia cuando la poca agua disponible se tenga que guardar para beber y cocinar? ¿El confinamiento en lugares tan pequeños no tendrá otros riesgos para la salud tan dramáticos o más dramáticos que los causados por el virus? Muchos de estos barrios ahora están fuertemente vigilados y, a veces, asediados por las fuerzas militares con el pretexto de combatir el crimen. ¿No es, después de todo, la cuarentena más dura para estas poblaciones? Los jóvenes de las favelas de Río de Janeiro, a quienes la policía siempre les ha impedido ir a la playa de Copacabana el domingo para no molestar a los turistas, ¿no sentirán que ya estaban en cuarentena? ¿Cuál es la diferencia entre la nueva cuarentena y la original, que siempre ha sido su forma de vida? En Mathare, uno de los barrios periféricos de personas de bajos ingresos en Nairobi, Kenia, 68 941 personas viven en un kilómetro cuadrado. Como en muchos contextos similares en el mundo, las familias comparten una habitación que también es cocina, dormitorio y sala de estar. ¿Cómo puedes pedir auto aislamiento? ¿Es posible el auto aislamiento en un contexto de hetero aislamiento permanente impuesto por el estado?

Cabe señalar que para los habitantes de las periferias más pobres del mundo, la emergencia de salud actual se une a muchas otras emergencias. Según los camaradas y compañeros de Garganta Poderosa, uno de los movimientos sociales más notables en los barrios populares de América Latina, además de la emergencia de salud causada por la pandemia, los residentes enfrentan varias otras emergencias. Este es el caso de la emergencia de salud resultante de otras epidemias aún no resueltas y la falta de atención médica. Este año, 1833 casos de dengue ya se han registrado en Buenos Aires. Solo en Villa 21, uno de los barrios más pobres de Buenos Aires, hubo 214 casos. «Por coincidencia», en Villa 21, el 70% de la población no tiene agua potable. Este es también el caso de la emergencia alimentaria, porque hay hambre en los vecindarios y las formas comunitarias de superarlo (comedores populares, bocadillos) colapsan ante el dramático aumento de la demanda. Si las escuelas cierran, la comida escolar que garantiza la supervivencia de los niños termina. Finalmente, es el caso de la aparición de violencia doméstica, que es particularmente grave en los barrios, y la aparición permanente de violencia policial y la estigmatización que esta conlleva.

Los internados en campos de internamiento para refugiados, inmigrantes indocumentados o poblaciones desplazadas internamente. Según las cifras de la ONU, hay 70 millones. Estas son poblaciones que, en su mayor parte, viven en cuarentena permanente y para las cuales la nueva cuarentena significa poco como regla de confinamiento. Pero los peligros que enfrentan si el virus se propaga entre ellos serán fatales e incluso más dramáticos que los que enfrentan las poblaciones de las periferias pobres. Por ejemplo, en Sudán del Sur, donde más de 1.6 millones de personas están desplazadas internamente, lleva horas, si no días, llegar a los centros de salud, y la principal causa de muerte a menudo se puede prevenir, ya que es causada por enfermedades para las cuales ya existen remedios: malaria y diarrea. En el caso de los campos de internamiento en las fronteras de Europa y Estados Unidos, la cuarentena causada por el virus impone el deber ético humanitario de abrir las puertas de los campos de internamiento siempre que no sea posible brindar las condiciones mínimas de habitabilidad y seguridad requeridas por la pandemia.

Los discapacitados. Han sido víctimas de otra forma de dominación, además del capitalismo, el colonialismo y el patriarcado: el capacitismo. Se trata de cómo la sociedad los discrimina, cómo no reconoce sus necesidades especiales, no les da acceso a la movilidad y las condiciones que les permitirían disfrutar de la sociedad como cualquier otra persona. De alguna manera, las limitaciones que la sociedad les impone les hace sentir que viven en cuarentena permanente. ¿Cómo vivirán la nueva cuarentena, sobre todo cuando dependen de alguien que tiene que romper la cuarentena para ayudarlos? Como hace tiempo están acostumbrados a vivir en condiciones de cierto encierro, ¿se sentirán ahora más libres que los «no discapacitados» o más como ellos? ¿Veremos tristemente alguna justicia social en la nueva cuarentena?

Los ancianos. Este grupo, particularmente numeroso en el norte global, es generalmente uno de los grupos más vulnerables, pero la vulnerabilidad no es indiscriminada. De hecho, la pandemia requiere que seamos más precisos en los conceptos que utilizamos. Después de todo, ¿quién es mayor? Según Garganta Poderosa, la diferencia en la esperanza de vida entre dos barrios de Buenos Aires (el barrio pobre de Zavaleta y el barrio noble de Recoleta) es de unos veinte años. No es sorprendente que los líderes de la comunidad sean considerados «edad madura» por la comunidad y como «líderes jóvenes» por la sociedad en general.

Las condiciones de vida prevalecientes en el norte global han llevado a que una gran parte de ellos se depositen (la palabra es dura pero es lo que es) en hogares, casas de reposo, asilos. Dependiendo de las posesiones propias o familiares, estos alojamientos pueden ir desde cajas fuertes de joyería de lujo hasta vertederos de desechos humanos. En tiempos normales, los ancianos comenzaron a vivir en estos alojamientos como espacios que garantizaban su seguridad. En principio, la cuarentena causada por la pandemia no debería afectar en gran medida su vida, ya que ya están en cuarentena permanente. ¿Qué sucederá cuando, debido a la propagación del virus, esta zona de seguridad se convierta en una zona de alto riesgo, como sucede en Portugal y España? ¿Estarían más seguros si pudieran regresar a las casas donde vivieron toda su vida, en el improbable caso de que aún existan? ¿Los familiares que, por su propia conveniencia, los llevarán a sus hogares, sentirán remordimiento por someter a sus ancianos a un riesgo que podría ser fatal? ¿Y las personas mayores que viven en aislamiento ahora no estarán en mayor riesgo de morir sin que nadie se dé cuenta? Al menos los ancianos que viven en las partes más pobres del mundo pueden morir a causa de la pandemia, pero no morirán sin que nadie lo note. También debe agregarse que, especialmente en el Sur global, las epidemias anteriores han significado que los ancianos tengan que prolongar su vida laboral. Por ejemplo, la epidemia del SIDA ha matado y sigue matando a padres jóvenes, dejando a los abuelos con la responsabilidad del hogar. Si los abuelos mueren, los niños corren un riesgo muy alto de desnutrición y hambre, y finalmente de muerte.

La lista de los que están al sur de la cuarentena está lejos de ser exhaustiva. Basta pensar en los prisioneros y las personas con problemas de salud mental, por ejemplo depresión. Pero los ejemplos seleccionados muestran dos cosas. Por un lado, al contrario de lo que transmiten los medios de comunicación y las organizaciones internacionales, la cuarentena no solo hace todo más visible, sino que también refuerza la injusticia, la discriminación, la exclusión social y el sufrimiento inmerecido que provocan. Resulta que tales asimetrías se vuelven más invisibles frente al pánico que afecta a los que no están acostumbrados.



Capitulo 4

La intensa pedagogía del virus: las primeras lecciones

Lección 1. El tiempo político y mediático condiciona cómo la sociedad contemporánea percibe los riesgos que corre. Ese camino puede ser fatal para nosotros. Las crisis graves y agudas, cuya letalidad es muy significativa y muy rápida, movilizan a los medios de comunicación y los poderes políticos, y llevan a tomar medidas que, en el mejor de los casos, resuelven las consecuencias de la crisis, pero no afectan sus causas. Por el contrario, las crisis severas pero de lento progreso tienden a pasar desapercibidas incluso cuando su letalidad es exponencialmente mayor. La pandemia de corona virus es el ejemplo más reciente del primer tipo de crisis. Al momento de escribir, ha matado a unas 40,000 personas 1. La contaminación del aire es el ejemplo más trágico del segundo tipo de crisis. Como informa The Guardian del 5 de marzo, según la Organización Mundial de la Salud, la contaminación atmosférica, que es solo una dimensión de la crisis ecológica, mata a 7 millones de personas anualmente. Según la Organización Meteorológica Mundial, el hielo antártico se derrite seis veces más rápido que hace cuatro décadas, y el hielo de Groenlandia cuatro veces más rápido de lo que se preveía. Según la ONU, tenemos diez años para evitar un aumento de 1.5 grados en la temperatura global en comparación con la era preindustrial, y en cualquier caso lo sufriremos.
A pesar de todo esto, la crisis climática no da lugar a una respuesta dramática y de emergencia como la que está causando la pandemia. Lo peor es que, si bien la crisis pandémica puede revertirse o controlarse de alguna manera, la crisis ecológica ya es irreversible y ahora solo es posible tratar de mitigarla. Pero aún más grave es el hecho de que las dos crisis están vinculadas. La pandemia de corona virus es una manifestación entre muchos de los modelos de la sociedad que comenzó a imponerse a nivel mundial desde el siglo XVII y hoy está llegando a su etapa final. Este es el modelo que está llevando a la humanidad a una catástrofe ecológica hoy. Ahora, una de las características esenciales de este modelo es la explotación ilimitada de los recursos naturales. Esta explotación está violando fatalmente el lugar de la humanidad en el planeta Tierra. Esta violación se traduce en la muerte innecesaria de muchos seres vivos de la Madre Tierra, nuestro hogar común, tal como lo defienden los pueblos indígenas y campesinos de todo el mundo, hoy apoyados por movimientos ecológicos y la teología ecológica. Esta violación no quedará impune. Las pandemias, como las manifestaciones de la crisis ecológica, son el castigo que sufrimos por tal violación. No se trata de una venganza de la naturaleza. Se trata de pura auto defensa. El planeta tiene que defenderse para garantizar su vida. La vida humana es una parte muy pequeña (0.01%) de la vida planetaria que hay que defender.

Lección 2. Las pandemias no matan tan indiscriminadamente como se cree. Es evidente que son menos discriminatorias que otros actos de violencia cometidos en nuestra sociedad contra mujeres, trabajadores empobrecidos, trabajadores precarios, negros, indígenas, inmigrantes, refugiados, personas sin hogar, campesinos, ancianos, etc. Pero si discriminan tanto en lo que respecta a la prevención, como a su expansión y mitigación. Por ejemplo, los ancianos están siendo victimizados en varios países por el darwinismo social. Una gran parte de la población mundial no está en condiciones de seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para defendernos del virus porque viven en espacios pequeños o altamente contaminados, porque se ven obligados a trabajar en condiciones de riesgo para alimentar a las familias, porque están atrapados en cárceles o campos de internamiento, porque no tienen jabón ni agua potable, o poca agua disponible para beber y cocinar, etc.

Lección 3. Como modelo social, el capitalismo no tiene futuro. En particular, su versión vigente, el neoliberalismo combinado con el dominio del capital financiero, está desacreditado social y políticamente ante la tragedia a la que ha conducido a la sociedad en general y cuyas consecuencias son más evidentes que nunca en este momento de crisis humanitaria global. El capitalismo puede subsistir como uno de los modelos económicos de producción, distribución y consumo, entre otros, pero no como único y mucho menos como el que dicta la lógica de acción del Estado y de la sociedad. Esto es lo que ha sucedido en los últimos cuarenta años, especialmente después de la caída del Muro de Berlín. Se impuso la versión más antisocial del capitalismo: el neoliberalismo cada vez más dominado por el capital financiero global. Esta versión del capitalismo sometió a todas las áreas sociales, principalmente salud, educación y seguridad social, al modelo de negocio de capital, es decir, a áreas de inversión privada que deben gestionarse para generar el máximo beneficio para los inversores. Este modelo deja de lado cualquier lógica de servicio público, ignorando así los principios de ciudadanía y derechos humanos. Deja al Estado solo las áreas residuales o a clientes poco solventes (a menudo la mayoría de la población) aquellas áreas que no generan ganancias. Por opción ideológica, siguió la demonización de los servicios públicos (el estado depredador, ineficiente o corrupto); la degradación de las políticas sociales dictadas por las políticas de austeridad con el pretexto de la crisis financiera del estado; la privatización de los servicios públicos y la sub financiación de los que quedan porque no son de interés para el capital. Y hemos llegado a nuestros días con estados sin capacidad efectiva para responder eficazmente a la crisis humanitaria que se abatió sobre sus ciudadanos. La fractura entre economía de la salud y salud pública no podría ser mayor. Los gobiernos con menos lealtad a las ideas neoliberales son aquellos que actúan de manera más efectiva contra la pandemia, independientemente del régimen político. Basta mencionar Taiwán, Corea del Sur, Singapur y China.

En el momento actual de conmoción, las instituciones financieras internacionales (FMI), los bancos centrales y el Banco Central Europeo están instando a los países a endeudarse más de lo que ya están para cubrir los gasto de emergencia, incluso les permiten alargar los plazos de pago. El futuro propuesto por estas instituciones solo escapará a los más distraídos: la pos crisis estará dominada por más políticas de austeridad y una mayor degradación de los servicios públicos donde esto todavía sea posible.
Es aquí donde la pandemia opera como un analista privilegiado. Los ciudadanos ahora saben lo que está en juego. Habrá más pandemias en el futuro y probablemente más graves, y las políticas neoliberales continuarán socavando la capacidad del Estado para responder, y las poblaciones estarán cada vez más indefensas. Semejante ciclo tan infernal solo puede detenerse si se interrumpe el capitalismo.

Lección 4. La extrema derecha y la derecha hiperneoliberal están definitivamente (con suerte) desacreditadas. Han estado creciendo en todo el mundo. Se caracterizan por un impulso anti sistema, una manipulación grosera de los instrumentos democráticos, incluido el sistema judicial, por un nacionalismo excluyente, xenofobia y racismo, la promoción de la excepción del estado de seguridad, el ataque a la investigación científica independiente y a la libertad de expresión, la estigmatización de los opositores, concebidos como enemigos, el discurso de odio, el uso de redes sociales para comunicación política sin tener en cuenta los vehículos y medios convencionales. Defiende, en general, un estado mínimo, pero es abundante en presupuestos militares y fuerzas de seguridad. Ocupa un espacio político que les fue ofrecido por el rotundo fracaso de los gobiernos provenientes de la izquierda que se entregaron al catecismo neoliberal bajo la astuta o ingenua creencia en la posibilidad de presentar un capitalismo con rostro humano, un oxímoron desde siempre o, por menos, en los tiempos actuales.

En algunos países, la extrema derecha está asociada con versiones religiosas altamente politizadas y conservadoras, al evangelismo pentecostal en varios países latinoamericanos, al catolicismo reaccionario en Europa, al hinduismo político en India, al budismo radical en Myanmar, al Islam radical en Medio Oriente. Que defienden las políticas neoliberales, a veces con un extremismo superior a la ortodoxia del FMI. La extrema derecha coquetea y se enamora de los partidos convencionales de derecha siempre que necesitan apoyo para versiones menos extremas de políticas neoliberales. En la actual crisis humanitaria, los gobiernos de extrema derecha o derechas neoliberales han fracasado más que otros en la lucha contra la pandemia. Ocultaron información, desprestigiaron a la comunidad científica, minimizaron los posibles efectos de la pandemia, utilizaron la crisis humanitaria para el engaño político. Con el pretexto de salvar la economía, asumieron riesgos irresponsables de los cuales, esperamos, serán responsabilizados. Sugirieron que una dosis de darwinismo social sería beneficioso: la eliminación de parte de las poblaciones que ya no son de interés para la economía, ni como trabajadores ni como consumidores, es decir, poblaciones desechables como si la economía pudiera prosperar sobre una pila de cadáveres o cuerpos sin ningún ingreso. Los ejemplos más llamativos son Inglaterra, Estados Unidos, Brasil, India, Filipinas y Tailandia.

Lección 5. El colonialismo y el patriarcado están vivos y fortalecidos en tiempos de crisis aguda. Las manifestaciones son múltiples, aquí hay algunas de ellas. Las epidemias de las cuales el nuevo corona virus es la manifestación más reciente solo se convierten en serios problemas globales cuando las poblaciones de los países más ricos del Norte global se ven afectados. Eso es lo que sucedió con la epidemia del SIDA. En 2016, la malaria mató a 405,000 personas, la gran mayoría en África, y eso no fue noticia. Los ejemplos podrían multiplicarse. Por otro lado, los cuerpos racializados y sexualizados son siempre los más vulnerables ante un brote de pandemia. Sus cuerpos son, al principio, más vulnerables a las condiciones de vida socialmente impuestas por la discriminación racial o sexual a la que son sometidos. Cuando ocurre el brote, la vulnerabilidad aumenta, ya que están más expuestos a la propagación del virus y se encuentran donde la atención médica nunca llega: favelas y suburbios pobres de la ciudad, aldeas remotas, campos de refugiados, prisiones, etc. Realizan tareas que implican más riesgos, ya sea porque trabajan en condiciones que no les permiten protegerse o porque son cuidadores de las vidas de otros que si tienen condiciones para protegerse a sí mismos. Finalmente, en situaciones de emergencia, las políticas de prevención o contención nunca son de aplicación universal. Son por lo contrario, selectivas. Algunas veces son abierta e intencionalmente adeptas al darwinismo social: proponen garantizar la supervivencia de los cuerpos más valorados socialmente, los más aptos y los más necesarios para la economía. Otras veces, se limitan a olvidar o descuidar los cuerpos desvalorizados.

Lección 6. El retorno del Estado y la comunidad. Los tres principios de regulación de las sociedades modernas son el Estado, el mercado y la comunidad. En los últimos cuarenta años, el principio del mercado ha recibido prioridad absoluta en detrimento del Estado y la comunidad. La privatización de los bienes sociales colectivos, como la salud, la educación, el agua potable, la electricidad, los servicios postales y de telecomunicaciones, y la seguridad social, fueron solo la manifestación más visible de la prioridad dada a la mercantilización de la vida colectiva. Más insidiosamente, el propio Estado y la comunidad o sociedad civil comenzaron a ser gestionados y evaluados por la lógica del mercado y por criterios de rentabilidad del «capital social». Esto sucedió tanto en los servicios públicos como en los servicios de solidaridad social. Así es como las universidades públicas fueron sometidas a la lógica del capitalismo universitario, con clasificaciones internacionales, la proletarización productivista de los docentes y la conversión de los estudiantes en consumidores de servicios universitarios. Así también surgieron las alianzas público-privadas, casi siempre un mecanismo para transferir recursos públicos al sector privado. Así es como las organizaciones de solidaridad social finalmente entraron en el comercio de filantropía y cuidado.
Las pandemias muestran cruelmente cómo el capitalismo neoliberal ha incapacitado al estado para responder a las emergencias. Las respuestas que los Estados están dando a la crisis varían de un Estado a otro, pero ninguno puede disfrazar su incapacidad, su falta de previsibilidad en relación con las emergencias que se anunciaron como inminentes y muy probables.

Estoy seguro de que en un futuro cercano esta pandemia nos dará más lecciones y que lo hará siempre cruelmente. Si podremos aprender es una pregunta abierta por ahora.




Capitulo 5

El futuro puede comenzar hoy

La pandemia y la cuarentena revelan que las alternativas son posibles, que las sociedades se adaptan a nuevas formas de vida cuando esto es necesario y se sienten como correspondientes al bien común. Esta situación es propicia para pensar en alternativas a la forma de vivir, producir, consumir y vivir en los primeros años del siglo XXI. En ausencia de tales alternativas, ¿no será posible prevenir la irrupción de nuevas pandemias que, por cierto, como todo sugiere, pueden ser aún más letales que la actual?. No faltarán ideas sobre alternativas, pero ¿podrán conducir a una acción política para lograr concretarlas? En el corto plazo, lo más probable es que, finalizada la cuarentena, la gente querrá asegurarse de que el mundo que conocieron no haya desaparecido. Volverán a las calles ansiosos por moverse libremente de nuevo. Irán a parques, restaurantes, centros comerciales, visitarán a familiares y amigos, regresarán a rutinas que, por pesadas y monótonas que hayan sido, ahora parecerán ligeras y seductoras.

Sin embargo, el regreso a la «normalidad» no será igualmente fácil para todos. ¿Cuándo se reconstituirán las ganancias pasadas? ¿Estarán los trabajos y salarios en espera y disponibles? ¿Cuándo se recuperarán los atrasos en educación y en las carreras profesionales? ¿Desaparecerá el estado de excepción creado para responder a la pandemia tan rápido como la pandemia? En los casos en que se hayan adoptado medidas de protección para defender la vida por encima de los intereses de la economía, ¿el retorno a la normalidad implicará dejar de dar prioridad a la defensa de la vida? ¿Habrá un deseo de pensar en alternativas cuando la alternativa que se busca es regresar a la normalidad que existía antes de la cuarentena? ¿Se pensará que esa normalidad fue lo que llevó a la pandemia y conducirá a otras pandemias en el futuro?

Al contrario de lo que uno podría pensar, el período inmediato posterior a la cuarentena no será un período favorable para discutir alternativas, a menos que la normalidad de la vida a la que la gente quiera regresar no sea posible. Tengamos en cuenta que, en el período inmediatamente anterior a la pandemia, hubo protestas masivas en muchos países contra las desigualdades sociales, la corrupción y la falta de protección social. Lo más probable es que cuando termine la cuarentena, las protestas y el saqueo volverán, sobre todo porque la pobreza y la pobreza extrema habrán aumentado. Como antes, los gobiernos recurrirán a la represión en la medida de lo posible y, en cualquier caso, intentarán que los ciudadanos reduzcan aún más sus expectativas y se acostumbren a la nueva normalidad.

En ausencia de alternativas, ocurrirán otras pandemias, pero esa probabilidad ya no es un problema político. Es que los políticos que enfrentaran esta crisis ya no serán los que tendrán que enfrentar la próxima. En mi opinión, este no será el caso si la ciudadanía organizada (partidos políticos, movimientos y organizaciones sociales, movilizaciones espontáneas de ciudadanos) decide poner fin a la separación entre los procesos políticos y los procesos de civilización que tuvieron lugar simbólicamente después de la caída del Muro de Berlín. Con este evento político, se consolidó la idea del Norte global de que no había alternativa al capitalismo y todo lo que este acarrea. Hasta entonces, al menos desde principios del siglo XX, el debate sobre las alternativas al capitalismo ocurría dentro del proceso político, y este, a medida que se discutía, asumió una dimensión civilizadora. Las alternativas económicas, sociales, políticas y culturales se pusieron en la agenda del debate, señalando horizontes pos capitalistas, modelos de desarrollo, vida y sociedad que mitigarían la agresión cada vez más intensa contra la naturaleza inducida por el capitalismo y todo lo que implica. La gran mayoría de tales alternativas no tenía nada que ver con las soluciones que existían al otro lado del Muro de Berlín (socialismo soviético), pero la mera existencia de ellas legitimaba que se discutiesen otras alternativas. En esto consistió la articulación entre procesos políticos y procesos civilizadores.

Con la caída del Muro de Berlín, esa articulación se vino abajo. Los debates políticos comenzaron a limitarse a la gestión de las soluciones propuestas o impuestas por el (des)orden capitalista vigente, y los debates civilizadores, a medida que continuaban, pasaron a tener lugar fuera de los procesos políticos. Esta separación fue fatal porque, con ella, las sociedades ya no podían pensar en alternativas de vida que harían menos probable fenómenos como el calentamiento global, los llamados desastres naturales, la pérdida de biodiversidad, la ocurrencia cada vez más frecuente acontecimientos meteorológicos extremos (tsunamis, ciclones, inundaciones, sequías, aumento del nivel del mar debido al deshielo de los glaciares) y como resultado, la mayor ocurrencia de epidemias y pandemias globales que son cada vez más letales.

Solo con una nueva articulación entre los procesos políticos y civilizadores será posible comenzar a pensar en una sociedad en la que la humanidad asuma una posición más humilde en el planeta en el que habita. Una humanidad que se acostumbre a dos ideas básicas: hay mucha más vida en el planeta que la vida humana, ya que esta representa solo el 0.01% de la vida en el planeta; La defensa de la vida del planeta en su conjunto es la condición para la continuación de la vida de la humanidad. De lo contrario, si la vida humana continúa cuestionando y destruyendo todas las demás vidas de las que está hecho el planeta Tierra, es de esperar que estas otras vidas se defiendan de la agresión causada por la vida humana y lo hagan de maneras cada vez más diferentes y letales. En ese caso, el futuro de esta cuarentena será un breve intervalo antes de las futuras cuarentenas.

La nueva articulación presupone un giro epistemológico, cultural e ideológico que respalde soluciones políticas, económicas y sociales que garanticen la continuidad de una vida humana digna en el planeta. Este cambio tiene múltiples implicaciones. El primero es crear un nuevo sentido común, la idea simple y evidente de que especialmente en los últimos cuarenta años hemos vivido en cuarentena, en la cuarentena política, cultural e ideológica de un capitalismo encerrado en sí mismo y en el de las discriminaciones raciales y sexuales sin las cuales no puede subsistir. La cuarentena causada por la pandemia es, después de todo, una cuarentena dentro de otra cuarentena. Superaremos la cuarentena del capitalismo cuando podamos imaginar el planeta como nuestro hogar común y a la naturaleza como nuestra madre original a quien debemos amor y respeto. No nos pertenece. Le pertenecemos a ella. Cuando superemos esa cuarentena, estaremos más libres de las cuarentenas provocadas por las pandemias.
1Nota del traductor. Al momento actual (20/04/2020) van 168195 fallecidos según el corona virus.app.