lunes, 1 de septiembre de 2025

Más allá del Uno: Patriarcado monoteísta, sexualidad femenina y el fin del absoluto - Cápitulo I

 


 4

Capítulo I – El Uno que excluye: patriarcado, monoteísmo y cuerpo femenino

Desde tiempos remotos, el relato del Uno ha dominado el horizonte simbólico de Occidente. Un solo Dios, un solo camino, una sola verdad. Esta unidad, proclamada como principio sagrado, ha servido como arma de exclusión y subordinación. El Uno que todo lo abarca ha sido también el Uno que todo lo domestica, desplazando hacia los márgenes lo femenino, lo múltiple, lo corporal y lo deseante.

Cuando el poder se reviste de sacralidad, la diferencia se convierte en amenaza. Así, el pensamiento monoteísta –en sus formas religiosas, filosóficas y políticas– ha construido una arquitectura simbólica del dominio. Bajo la máscara de lo eterno, ha legitimado jerarquías donde unos hablan en nombre de todos, y otras son silenciadas. No fue solo una elección teológica, sino un modo de ordenar el mundo borrando sus bordes.

El patriarcado encontró en el monoteísmo su espejo perfecto: un Dios Padre, varón, trascendente, creador desde lo alto, separado de la materia y del deseo. Este arquetipo moldeó una masculinidad normativa, temerosa de todo lo que fluye, cambia o vibra. En ese reflejo, el cuerpo femenino fue proyectado como lo otro: lo impuro, lo indómito, lo que debe ser cubierto, disciplinado o velado.

No es casual que en las grandes religiones monoteístas las figuras femeninas –Eva, María, Agar, Sara– aparezcan bajo el signo de la obediencia, la culpa o la instrumentalización. Su voz, cuando existe, llega bajo sospecha. Su cuerpo, cuando irrumpe, debe ser domesticado. Esta simbólica no se limita a los textos sagrados: atraviesa nuestras formas de amar, educar y gobernar. Todo lo que porta un poder no regulable –la fertilidad, el éxtasis, la intuición, los saberes ancestrales– ha sido desplazado a la sombra.

Pero los cuerpos recuerdan. La Tierra recuerda. Lo femenino –no como género, sino como energía vital y modo relacional de estar en el mundo– persiste en grietas y memorias que se resisten al olvido. Este capítulo nombra la herida: la matriz simbólica que convirtió al Uno en cárcel, al dogma en frontera, y a lo femenino en falta. No para quedarnos en la denuncia, sino para vislumbrar espiritualidades que no teman al cuerpo ni al deseo; que reconozcan en la pluralidad un principio sagrado.

Necesitamos desobedecer al Uno. Recordar que la vida nunca fue singular, que la verdad no habla en único tono, y que lo sagrado puede ser múltiple, cercano y danzante. Solo así, liberándonos de su tiranía, podremos construir un nosotras más justo, amoroso y vivo.


1.1. El Uno como estructura simbólica de dominación

La idea de un solo Dios, masculino, omnipotente y trascendente no es neutra. Es una construcción que refleja y legitima un orden donde lo vertical se impone sobre lo horizontal, donde la verdad es única y excluyente, donde el poder no se comparte, se concentra.

El Uno necesita jerarquía. Y desde esa cima simbólica ha descendido una cultura que ha regulado cuerpos, silenciado voces y definido lo humano desde una mitad amputada. Así se edificaron las religiones monoteístas: con genealogías sin madres, con palabras reveladas por varones, con instituciones que hicieron del patriarcado no solo una práctica, sino una sagrada misión.

Esta lógica del Uno no está solo en los templos. Está en el lenguaje, en la historia, en la ciencia, en el derecho. Se filtra en nuestras formas de amar, de pensar, de crear, de educar. Es la lógica de la exclusividad, del mandato, de la homogeneidad disfrazada de universal.

1.2. La cultura occidental como mundo del Uno

Occidente no solo creyó en un solo Dios: construyó una civilización que reflejara ese mismo principio. Filosofía, política, economía, educación: todo fue configurado para responder al ideal de la unidad, de la objetividad, de la razón dominante.

Pero lo femenino –en tanto símbolo de lo diverso, lo cíclico, lo carnal, lo impredecible– fue la amenaza más profunda a ese modelo. Porque representaba otra lógica: no la del Uno, sino la del Dos, la del entre, la del vínculo. Y por eso fue reducido, silenciado, quemado, canonizado en la obediencia o expulsado como desorden.

Se asesinaron brujas, se borraron diosas, se ritualizó la sumisión. La madre fue convertida en virgen, la sexualidad en pecado, el deseo en peligro.

1.3. El origen simbólico del patriarcado y el monoteísmo

Antes del Uno, hubo multiplicidad. Pueblos que honraban lo cíclico, culturas que veneraban diosas, tradiciones donde lo sagrado se tejía con la tierra y no se separaba de ella. Pero el patriarcado –más que un sistema de dominación social– fue también una revolución simbólica: un desplazamiento radical de lo femenino como centro de sentido hacia su marginalización estructural.

Con el monoteísmo, esta transformación se sacralizó. Ya no era solo el varón quien tenía poder, era Dios mismo quien lo legitimaba. La espiritualidad pasó a ser masculina, vertical, trascendente. Y el cuerpo femenino, un riesgo permanente de caída. No fue casual que Eva –la que deseó, la que mordió, la que ofreció– fuera el comienzo de la culpa.

1.4. Normas religiosas e institucionales que controlan el cuerpo femenino

La historia del monoteísmo es también la historia del cuerpo de las mujeres convertido en campo de batalla simbólico. Normas sobre la vestimenta, la pureza, el silencio, la obediencia; regulaciones sobre el deseo, la maternidad, la voz. La religión no solo dictó lo que debía creerse: dictó cómo debía ser habitado el cuerpo femenino.

La menstruación fue impura, el placer una amenaza, la autonomía una desobediencia. Y no desde el margen, sino desde el altar. Desde el púlpito, desde la ley divina. Desde una sacralidad que se volvió vigilancia.

El patriarcado monoteísta no teme al cuerpo femenino por debilidad, sino porque presiente en él una fuerza: la del goce, la del vínculo, la del nacimiento, la de la palabra libre. Controlar ese cuerpo fue indispensable para sostener la ilusión del Uno.

1.5. Reflexión final: salir del Uno, recuperar la pluralidad

Este capítulo no es un juicio, es una invitación. A mirar el Uno no como destino, sino como construcción. A deshacer sus dogmas no con odio, sino con profundidad. A recuperar las voces que fueron silenciadas, los cuerpos que fueron negados, las espiritualidades que fueron desplazadas.

Salir del Uno no significa caer en el caos. Significa abrirse a la vida. A la diferencia como riqueza. Al cuerpo como saber. Al deseo como brújula. A lo femenino como posibilidad de mundo.

Este es el comienzo de otra narrativa. Una que no busca sustituir un absoluto por otro, sino habitar el entre, el plural, el gesto compartido. Porque solo desde ahí, quizás, podamos sanar la herida profunda que dejó el Uno en nuestras almas.

miércoles, 27 de agosto de 2025

Más allá del Uno: Patriarcado monoteísta, sexualidad femenina y el fin del absoluto - Introducci'on

 


3
Introducción
Este ensayo es un viaje por territorios que rara vez se exploran juntos: el de la crítica al patriarcado monoteísta y el de la imaginación de nuevas formas de espiritualidad.
La pregunta de partida es sencilla, pero radical: ¿qué ocurre con nuestras vidas —y con el planeta— cuando se construyen sistemas que colocan a unos por encima de otros, en nombre de una verdad única?
Para responder, el texto combina reflexión teórica, memoria cultural y resonancia personal. Toma elementos de la historia de las religiones, del pensamiento feminista, de la filosofía decolonial y de las cosmovisiones andinas. No pretende ofrecer respuestas definitivas, sino abrir un diálogo que conecte pasado y presente, cuerpo y símbolo, resistencia y creación.
Metodológicamente, este ensayo se apoya en una mirada situada: reconozco que escribo desde el sur global, en diálogo con mujeres y comunidades que han vivido —y viven— la exclusión y la insumisión. La estructura avanza desde el diagnóstico histórico y simbólico hasta la propuesta de un horizonte espiritual plural, encarnado y colectivo.
No es un tratado académico ni un manual religioso. Es, más bien, una cartografía afectiva y crítica para quienes intuyen que otro modo de habitar el mundo es posible. Aquí se entrelazan la palabra política y la poética, la indignación y el deseo, la memoria y la imaginación.
Si algo quisiera que quedara claro al cerrar estas páginas, es que la transformación que necesitamos no se logrará únicamente con leyes ni con cambios tecnológicos: requiere un giro en nuestra forma de entender la vida, el cuerpo y lo sagrado. Y ese giro empieza, siempre, por atrevernos a escuchar lo que ha sido silenciado.

martes, 19 de agosto de 2025

Más allá del Uno: patriarcado monoteísta, sexualidad femenina y el fin del absoluto


 2

Prólogo
Vivimos en un tiempo marcado por múltiples crisis: ecológicas, sociales, espirituales. Las estructuras dominantes que nos gobiernan —muchas de ellas milenarias— están basadas en la lógica del Uno: un solo Dios, un solo camino verdadero, una sola verdad, un solo sujeto legítimo. Esta lógica ha excluido sistemáticamente todo aquello que no se ajusta a su molde: los cuerpos que sienten distinto, las voces que disienten, las formas de vida que no se dejan controlar.
En el centro de esta arquitectura simbólica y política, encontramos una constante histórica:. No sólo como género, sino como principio vital, como dimensión de lo sensible, lo intuitivo, lo cíclico, lo erótico, lo creativo. Las religiones monoteístas, las instituciones patriarcales y los poderes modernos han conspirado, de formas más o menos visibles, para expulsar a lo femenino del espacio sagrado, del saber legítimo, del derecho a nombrar y a gozar.
Pero lo femenino no ha desaparecido. Ha resistido. Ha germinado en las grietas. Ha hablado desde las brujas perseguidas, las místicas marginales, las curanderas silenciadas, las madres tierra de los pueblos indígenas. Hoy, como en otros momentos de la historia, esas voces regresan con fuerza, no para instalar un nuevo dogma, sino para recordarnos que la vida se sostiene en la diversidad, en la reciprocidad, en el cuidado y en el deseo.
Este ensayos es una invitación a recorrer ese camino. A pensar y sentir desde otro lugar. A imaginar una espiritualidad desobediente, que se ancle en los cuerpos y en la Tierra, y que nos devuelva la capacidad de transformar el mundo no desde la violencia, sino desde la comunión con lo viviente.
No se proponen verdades, sino preguntas. No recetas, sino intuiciones compartidas. Porque creo, como decían nuestros ancestros andinos, que el camino verdadero es el que se hace con otros, en comunidad, honrando a la Pachamama y reconociendo que todo está vivo.

martes, 12 de agosto de 2025

Más allá del Uno: Patriarcado monoteísta, sexualidad femenina y el fin del absoluto


1
Nota de autor
Este ensayo nace de una intuición profunda: la de que la única posibilidad real de cambio hacia un mundo más justo y humano pasa por desmontar toda forma de exclusividad que unos ejercen sobre otros —ya sea en nombre de un Dios único, de un orden natural ficticio o de un poder instituido.
Nuestra civilización, con sus luces y sombras, ha cultivado jerarquías que marginan la diferencia, controlan los cuerpos, niegan el deseo y destruyen el vínculo sagrado con la Tierra. En contraste, las cosmovisiones ancestrales de nuestros pueblos originarios —como el incaico— no sólo comprendieron la sacralidad de lo femenino, sino que vivieron en diálogo con los ciclos de la vida y del alma común.
En estas páginas intento pensar y sentir junto a muchas otras voces que han abierto caminos hacia una espiritualidad libre, encarnada, vinculada al cuerpo, al goce y a la comunidad. Siento, con claridad creciente, que la liberación espiritual de las mujeres no es un tema periférico, sino el núcleo desde el cual puede irradiar una verdadera transformación para todos y todas.
Este ensayo es, en ese sentido, una ofrenda. Una palabra sembrada para quienes desean reencantar el mundo desde lo viviente, desde la diferencia, desde el alma colectiva.

viernes, 22 de diciembre de 2023

Las celebraciones de la "Humanidad"


Desde que tengo uso de razón "la humanidad" esta definida por los que escribieron y enseñaron "historias universales" que nunca lo fueron.  A esa "humanidad" nunca pertenecimos desde este lado porque sencillamente nos invisibilizaron. Conversaba ayer con un consultante andino que quiere rescatar las idolatrías malinterpretadas. "Idolatrías" que estaban escritas en los códices mayas o en los quipus que unos retrasados y silvestres  medievales cristiano céntricos invasores destruyeron  (justamente no descubrieron nada. Si lo hubieran hecho aprendiendo nuestros saberes e integrándolos seguramente estaríamos en otro periodo humano muy distinto), pero no, asesinaron a los sabios que podían leerlos y enseñarlos. Esos mismos construyeron la "historia Universal" y se retratan como "la humanidad" que estamos sufriendo los otros, y cuyos símbolos tenemos que celebrar.

sábado, 9 de septiembre de 2023

¿Será Cierto?

 



¿Será cierto que nuestro inconsciente puede hacernos funcionar sin que nos demos cuenta? Todo indica que sí. No me cabe ninguna duda que debajo de mi conciencia hay un trance funcionando paralelamente y me lleva por lugares inimaginables aun. Como si se fueran creando en el camino. Y qué se crea en el camino? Pues quizá todo! A cada momento de nuestra existencia surgen cosas. Algunas que ya sabemos demasiado como por ejemplo preparar el desayuno de todos los días. Pero otras veces está lo inesperado y en eso consiste, creo, la riqueza de la vida. En seguirse alimentando de lo que va pasando. Como con la poiesis griega. Lo que se nos viene, lo que se nos da, la “naturaleza”, el ambiente, lo que “nos es dado”. Cómo lo transformamos para volverlo mejor, tornarlo nuestro, es decir recrearlo. Transformarlo y devolverlo de manera diferente. Es decir, con nosotros en ello. Es como un universo infinito de transformaciones. ¿Y qué sigue? ¿Lo sabemos?.. Sí y no. Hay cosas muy repetitivas pero aun placenteras. Mi primer sorbo de café en la mañana por ejemplo. Es una sensación tan placentera que no puedo dejar de hacer un Mmm!! cada vez que lo pruebo cada mañana. Pero es una situación que yo he creado para mi. Es el café que me gusta, con la combinación perfecta de leche de coco, en ese cubito que le pongo, y la pizca de panela. Definitivamente es un Mmmm! profundo cada mañana. La podría repetir al infinito. Tanto placer me da. Y ahora que lo pienso. ¿Será posible y de la misma manera recrear todo el día   como mi primer sorbo de café?. ¿Será posible vivir en un constante Mmmm!! placentero a diario? Bueno el primer sorbo es eso y allí acaba. Pero cada sorbo es igual hasta que se termina. Bueno, todo se termina en el tiempo. El tiempo que dura mi taza de café. El tiempo que dura mi desayuno. El tiempo que dura la vida. Claro que me gustaría que fuera como mi taza de café en la mañana. Es infalible y siempre placentera. No me cansa nunca. Y sigo con la pregunta: ¿podrá ser TODA la vida así? Recrearla, pero, ¿de la misma manera? Para llegar a esa taza de café de ahora he tenido que ir probando distintos cafés, distintas combinaciones. Hace  poco una amiga me regaló un café colombiano y era tan bueno como el que compro acá, me dio tremendo gusto! Un sabor algo diferente pero muy parecido al mio. Y ademas no es solo el sabor de la combinación. Es también el efecto. Siempre digo que en verdad el café es mi pepa para la depresión, la que guardo de fondo. La mañana puede ser tan vital gracias a ese primer café. Se me ocurren mil cosas para hacer. Demasiadas creo, porque al final conforme van avanzando las horas la energía va bajando y ya no es lo mismo. Así me tome otra taza de café no se repetirá lo de la mañana. También me pone, es cierto. Pero jamás como esa maravillosa taza de la mañana. Y bueno, regresando al trance paralelo. Ese café de la mañana me lo creé yo. Combiné los elementos que busqué sin querer queriendo a lo largo de mi vida y ahora es posible siempre esa mañana con ese café. Le digo a mi “dealer”, Edith, que para mí está bendita, que es mi Colla, que no me imagino la vida sin ella ahora. Que mis días se recrean constantemente gracias a ella y su riquísimo café. Pero es ella, su industria y aprendizaje para cultivar ese grano maravilloso, y el que yo lo haya escogido y combinado para mi gusto. Poiesis, lo que me es dado lo combino, lo transformo y lo convierto en mío. ¿Y eso es lo que debemos buscar psicológicamente? me pregunto. ¿Es lo que tengo que hacer que comprendan mis consultantes?. Tal vez debería usar mi experiencia con el café como una metáfora de lo que podemos hacer para lograr la transformación necesaria para ser felices. Por lo menos lo que dura la taza de café. ¿Pero si esta fuera la vida misma transformada? ¿Es posible lograr eso? Claro que sí es posible! Vendría a ser una combinación de la experiencia vital, el aprendizaje usado para la combinación perfecta -aunque aprendí hace poco que perfecto significa muerto porque ya no se puede hacer crecer ni madurar más al alcanzar ese ideal. Resumen: la perfección es muerte, está muerta, allí acaba porque ya no hay nada más- Pero entonces el término no es “perfección”, es algo diferente. Veamos. Es una combinación. Hay una búsqueda de por medio, pero casi no intencional. Más bien casual… Ey! Allí es donde esta lo inconsciente! Estuve buscando el café perfecto de la mañana pero sin ninguna intención consciente. Es decir nunca pensé: voy a buscar mi café perfecto. No! De repente un día me di cuenta que lo había logrado pero sin ninguna intención de esa manera. Buscando el sabor que me gusta en casa. Antes solo lo encontraba en una cafetería, como el Gianfranco por ejemplo. Y antes en otras. Hasta que por fin pude reproducir la experiencia en casa, exclusivamente para mí, construida por mí. 
Y todo esto empezó con la conciencia e inconsciencia de las cosas. Me procuré el café que me alegra siempre finalmente. Es solo una taza. Pero es que si me tomara infinitas tazas ya no sería lo mismo, o hasta podría morir de un infarto! ¿Y entonces? ¿La vida es eso? La salud mental ¿depende de esa gratificación? No creo, no se puede reducir a una experiencia de minutos en la mañana. Pero ¿se puede ampliar hasta conseguir una “taza” que me dure toda la vigilia? ¿Es posible eso? Es deseable, sí, claro que sí, como la vida amorosa que nos procuramos. Mi taza de café pero sexual. Freud vinculó todo lo placentero a la sexualidad. Incluso habló de una economía libidinal. ¿Mi taza de café es parte de mi economía libidinal entonces? Es una pregunta legítima desde lo psicoanalítico porque dentro de ese otro mundo paralelo todo tiene una explicación, psicoanalítica por supuesto. Ahora que lo pienso, es, imagino, como hablar Klingon. Un idioma, un lenguaje, un entendimiento, probablemente una cosmovisión, y creada por nosotros. Pero entonces volvemos a la recreación. La recreación de la realidad para nosotros. Para nuestro momento placentero de la mañana, para nuestra taza de café. Para el arreglo entre consciente e inconsciente, poiesis, transformación bidireccional o multidireccional. Como en el aprendizaje dialógico freiriano. Alguien se dirige a mí. Lo que me dice me procura unas ideas, que no necesariamente son las mismas de mi interlocutora. Digamos que su conversa fertiliza mi imaginación y respondo de cierta manera. Esa manera tiene que ver con lo que me dijo de cierta forma. Pero también ahora ya tiene algo mio, y cuando lo devuelvo es todo eso: lo que me dijeron, lo que entendió mi razón, imaginación, subjetividad, algo nuevo venido de afuera que se hace mío. Que me penetra y me transforma. Y claro luego participo yo, desde mí. Y le agrego lo mío. Y entonces lo devuelvo. Se establece el diálogo. Me transformó pero yo también transformé. La realidad ya no es la misma. Es otra. Es mía pero ya no solo mía. La recibí de una manera y la devolví de otra. Con una suma, o resta, o multiplicación, qué se yo, de lo mío.
¿Y cuál es el hilo conducente? Ahorita me pongo a pensar en La Búsqueda Del Tiempo Perdido. Esa galleta, ese café, ese sabor que construye una historia en 6 libros. Pero mi taza de café es tan reciente. Tiene unos pocos años. ¿Y cómo era entonces mi mañana de antes? Pues parece que ya no tiene la menor importancia. La vida es ahora. 
Y todo esto que escribo ¿lo he pensado? En realidad no. Solo estoy dejando que surja. Ni siquiera sé qué va a venir. Me dejo en manos del devenir mental. Sin cálculos, si con deseos. Deseos de vivir perennemente y plenamente como en ese primer sorbo, en ese primer placer repetido cada mañana. ¿Me sirve? Seguro que sí, sino no hubiera escrito todo esto. Claro que tiene que ver con una trampita. Y es que a diferencia de otros días. Hoy, hace unos momentos antes de empezar a escribir, me tomé otro café. El colombiano ese que me regaló una amiga muy querida. 
Hice trampa? Bueno no sé siquiera porqué me hago la pregunta.
De fondo tengo a Meshell Ndegeoccello y su jazz, 12 álbumes corriendo. ¿Es también otra “taza de café”?. La encontré como encontré mi café. Nótese que digo MI café cuando yo no lo fabrico. Pero es que lo hice mío. ¿Cómo hice mía a Meshell que me acompaña de fondo ahora mismo? Tal vez sí. ¿Y cuántas “tazas de café” me procuro al día? Bueno he construido mi vida de tal manera que hago lo que me gusta hacer. Soy psicoterapeuta por convicción. Diría que cada persona que me consulta le agrega una especie de nueva aventura a mi vida. Que pongan su subjetividad, sus emociones, sus símbolos y contradicciones, en mis manos. Que confíen en que pueda ayudarlos, es un reto, es una aventura. Pero lo bonito es que es una aventura compartida. Queremos ser felices. Los que vienen y yo, que también tengo el mismo deseo. El deseo placentero, el goce de la vida. El Mmmm! diario de mi primer sorbo, que quizá, y de alguna manera, se los quiero transmitir. Sé que es imposible transmitir una experiencia. Las personas solo pueden aprender a modificarse a partir de las propias experiencias. Pero la metáfora nos sirve, creo. “Mira yo llegué a esta taza de café buscándola sin saber que la buscaba” Entonces regresemos a lo inconsciente, que finalmente es el que ha guiado todo esto que escribo. Es curioso. Siempre les he hablado a mis consultantes artistas de cómo lo que estamos creando se va adueñando de nosotros, y ya no somos solo nosotros, sino también lo que está viniendo. Lo he hecho, es decir me ha sucedido en la música, pero nunca en lo escrito como vengo haciéndolo ahora mismo. 
Regresemos. ¿Qué es lo que hago para que las personas traten de salir adelante por sí mismas? Pues las ayudo a jugar con lo suyo. Les devuelvo lo que me dicen de tal manera que a veces me miran asombrados. Y yo solo repetí lo que me dijeron! “No lo había visto de esa manera”. Y eso por lo general rompe con un entendimiento anterior. Esa es una pista que me dice que algo ha cambiado en mi interlocutora. Y eso, por lo general es bueno para ella o para él, pero también para mi. Y en eso justamente consiste mi trabajo. En ayudar a encontrar el camino en la construcción de la “taza de café” de las otras personas. Aquella taza que va a cambiar la frustración, la ansiedad, la inseguridad, lo que sea que traigan a consulta, en un placentero Mmmm!!