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Prólogo
Vivimos en un tiempo marcado por múltiples crisis: ecológicas, sociales, espirituales. Las estructuras dominantes que nos gobiernan —muchas de ellas milenarias— están basadas en la lógica del Uno: un solo Dios, un solo camino verdadero, una sola verdad, un solo sujeto legítimo. Esta lógica ha excluido sistemáticamente todo aquello que no se ajusta a su molde: los cuerpos que sienten distinto, las voces que disienten, las formas de vida que no se dejan controlar.
En el centro de esta arquitectura simbólica y política, encontramos una constante histórica:. No sólo como género, sino como principio vital, como dimensión de lo sensible, lo intuitivo, lo cíclico, lo erótico, lo creativo. Las religiones monoteístas, las instituciones patriarcales y los poderes modernos han conspirado, de formas más o menos visibles, para expulsar a lo femenino del espacio sagrado, del saber legítimo, del derecho a nombrar y a gozar.
Pero lo femenino no ha desaparecido. Ha resistido. Ha germinado en las grietas. Ha hablado desde las brujas perseguidas, las místicas marginales, las curanderas silenciadas, las madres tierra de los pueblos indígenas. Hoy, como en otros momentos de la historia, esas voces regresan con fuerza, no para instalar un nuevo dogma, sino para recordarnos que la vida se sostiene en la diversidad, en la reciprocidad, en el cuidado y en el deseo.
Este ensayos es una invitación a recorrer ese camino. A pensar y sentir desde otro lugar. A imaginar una espiritualidad desobediente, que se ancle en los cuerpos y en la Tierra, y que nos devuelva la capacidad de transformar el mundo no desde la violencia, sino desde la comunión con lo viviente.
No se proponen verdades, sino preguntas. No recetas, sino intuiciones compartidas. Porque creo, como decían nuestros ancestros andinos, que el camino verdadero es el que se hace con otros, en comunidad, honrando a la Pachamama y reconociendo que todo está vivo.