miércoles, 27 de agosto de 2025

Más allá del Uno: Patriarcado monoteísta, sexualidad femenina y el fin del absoluto - Introducción

 


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Introducción

Este ensayo es un viaje por territorios que rara vez se exploran juntos: el de la crítica al patriarcado monoteísta y el de la imaginación de nuevas formas de espiritualidad.
La pregunta de partida es sencilla, pero radical: ¿qué ocurre con nuestras vidas —y con el planeta— cuando se construyen sistemas que colocan a unos por encima de otros, en nombre de una verdad única?
Para responder, el texto combina reflexión teórica, memoria cultural y resonancia personal. Toma elementos de la historia de las religiones, del pensamiento feminista, de la filosofía decolonial y de las cosmovisiones andinas. No pretende ofrecer respuestas definitivas, sino abrir un diálogo que conecte pasado y presente, cuerpo y símbolo, resistencia y creación.
Metodológicamente, este ensayo se apoya en una mirada situada: reconozco que escribo desde el sur global, en diálogo con mujeres y comunidades que han vivido —y viven— la exclusión y la insumisión. La estructura avanza desde el diagnóstico histórico y simbólico hasta la propuesta de un horizonte espiritual plural, encarnado y colectivo.
No es un tratado académico ni un manual religioso. Es, más bien, una cartografía afectiva y crítica para quienes intuyen que otro modo de habitar el mundo es posible. Aquí se entrelazan la palabra política y la poética, la indignación y el deseo, la memoria y la imaginación.
Si algo quisiera que quedara claro al cerrar estas páginas, es que la transformación que necesitamos no se logrará únicamente con leyes ni con cambios tecnológicos: requiere un giro en nuestra forma de entender la vida, el cuerpo y lo sagrado. Y ese giro empieza, siempre, por atrevernos a escuchar lo que ha sido silenciado.

martes, 19 de agosto de 2025

Más allá del Uno: patriarcado monoteísta, sexualidad femenina y el fin del absoluto - Prólogo


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Prólogo
El mundo contemporáneo vive bajo un relato dominante: el de la unidad impuesta. Un Dios único, un modelo de vida, una verdad incuestionable. Desde hace milenios, esta narrativa ha sido el marco simbólico de imperios, iglesias y Estados que han moldeado nuestras creencias, nuestras leyes y nuestras formas de amar.
En ese marco, lo femenino —no solo como categoría de género, sino como energía vital— ha sido reducido, vigilado o borrado. Lo sensible, lo cíclico, lo erótico, lo intuitivo, lo cuidador, han sido expulsados del centro de la vida pública y relegados a lo privado, lo marginal o lo prohibido.
Sin embargo, la historia no ha sido lineal ni silenciosa. Allí donde el poder intentó uniformar, surgieron grietas. Las brujas, las místicas, las sanadoras, las madres tierra y las insurgentes simbólicas mantuvieron encendida una llama que ninguna hoguera pudo apagar. Hoy, esas voces vuelven a resonar, no para instaurar un nuevo dogma, sino para recordarnos que la diversidad es la condición de la vida y que la reciprocidad es su ley más profunda.
Este ensayo se sitúa en ese cruce: entre la crítica a los sistemas que han sofocado lo femenino y la búsqueda de caminos para una espiritualidad desobediente, plural y encarnada. No se trata de derribar una verdad para poner otra en su lugar, sino de abrir un horizonte en el que muchas verdades puedan coexistir, encontrarse y transformarse mutuamente.
En tiempos de crisis ecológica, desigualdad extrema y soledad masiva, volver a reconocer la sacralidad de lo vivo no es un gesto romántico: es una urgencia política y espiritual.
No se proponen verdades, sino preguntas. No recetas, sino intuiciones compartidas. Porque creo, como decían nuestros ancestros andinos, que el camino verdadero es el que se hace con otros, en comunidad, honrando a la Pachamama y reconociendo que todo está vivo.

martes, 12 de agosto de 2025

Más allá del Uno: Patriarcado monoteísta, sexualidad femenina y el fin del absoluto


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Nota de autor
Hay ensayos que se escriben desde la razón, y otros que nacen como un susurro persistente en el pecho. Se me ocurrió cuando comprendí que mi propia vida —con sus pérdidas, búsquedas y revelaciones— estaba atravesada por un hilo invisible: la sensación de que lo femenino, en su fuerza creadora y su ternura indómita, había sido arrancado de nuestro mundo y reemplazado por una serie de abusos que nunca había sentido tanto antes. Sea porque estaba inmerso en él como cuando uno es creyente y no se da cuenta de su creencia.
Crecí entre relatos que hablaban de un Dios único, todopoderoso y distante, pero también escuché, en las grietas de la tradición de mis tías serranas, de las amigas de mi madre, de todas ellas, historias de mujeres que curaban, soñaban, amaban sin pedir permiso. Tal vez fueron ellas las que me mostraron que la espiritualidad podía ser algo más, abrazo, cuerpo, tierra húmeda; que no necesitaba altares de piedra, sino raíces y piel. 
Este ensayo es, entonces, una confesión y una ofrenda. Confesión porque me reconozco hijo de un tiempo que aprendió a desconfiar de lo vivo. Ofrenda porque deseo que mis palabras sean semillas que otros puedan plantar donde encuentren tierra fértil: en la memoria, en el deseo, en la comunidad. 
Escribo para quienes sienten que la vida pide ser reencantada., redibujada, repintada, como nos dice Paulo Freire corresponde a la tarea del educador.  Para quienes saben que las supuestas almas no se salvan solas. Para quienes presienten que la verdadera transformación empieza cuando dejamos de obedecer al Uno y aprendemos, de nuevo, a vivir entre muchos.