¿Será cierto que nuestro inconsciente puede hacernos funcionar sin que nos demos cuenta? Todo indica que sí. No me cabe ninguna duda que debajo de mi conciencia hay un trance funcionando paralelamente y me lleva por lugares inimaginables aun. Como si se fueran creando en el camino. Y qué se crea en el camino? Pues quizá todo! A cada momento de nuestra existencia surgen cosas. Algunas que ya sabemos demasiado como por ejemplo preparar el desayuno de todos los días. Pero otras veces está lo inesperado y en eso consiste, creo, la riqueza de la vida. En seguirse alimentando de lo que va pasando. Como con la poiesis griega. Lo que se nos viene, lo que se nos da, la “naturaleza”, el ambiente, lo que “nos es dado”. Cómo lo transformamos para volverlo mejor, tornarlo nuestro, es decir recrearlo. Transformarlo y devolverlo de manera diferente. Es decir, con nosotros en ello. Es como un universo infinito de transformaciones. ¿Y qué sigue? ¿Lo sabemos?.. Sí y no. Hay cosas muy repetitivas pero aun placenteras. Mi primer sorbo de café en la mañana por ejemplo. Es una sensación tan placentera que no puedo dejar de hacer un Mmm!! cada vez que lo pruebo cada mañana. Pero es una situación que yo he creado para mi. Es el café que me gusta, con la combinación perfecta de leche de coco, en ese cubito que le pongo, y la pizca de panela. Definitivamente es un Mmmm! profundo cada mañana. La podría repetir al infinito. Tanto placer me da. Y ahora que lo pienso. ¿Será posible y de la misma manera recrear todo el día como mi primer sorbo de café?. ¿Será posible vivir en un constante Mmmm!! placentero a diario? Bueno el primer sorbo es eso y allí acaba. Pero cada sorbo es igual hasta que se termina. Bueno, todo se termina en el tiempo. El tiempo que dura mi taza de café. El tiempo que dura mi desayuno. El tiempo que dura la vida. Claro que me gustaría que fuera como mi taza de café en la mañana. Es infalible y siempre placentera. No me cansa nunca. Y sigo con la pregunta: ¿podrá ser TODA la vida así? Recrearla, pero, ¿de la misma manera? Para llegar a esa taza de café de ahora he tenido que ir probando distintos cafés, distintas combinaciones. Hace poco una amiga me regaló un café colombiano y era tan bueno como el que compro acá, me dio tremendo gusto! Un sabor algo diferente pero muy parecido al mio. Y ademas no es solo el sabor de la combinación. Es también el efecto. Siempre digo que en verdad el café es mi pepa para la depresión, la que guardo de fondo. La mañana puede ser tan vital gracias a ese primer café. Se me ocurren mil cosas para hacer. Demasiadas creo, porque al final conforme van avanzando las horas la energía va bajando y ya no es lo mismo. Así me tome otra taza de café no se repetirá lo de la mañana. También me pone, es cierto. Pero jamás como esa maravillosa taza de la mañana. Y bueno, regresando al trance paralelo. Ese café de la mañana me lo creé yo. Combiné los elementos que busqué sin querer queriendo a lo largo de mi vida y ahora es posible siempre esa mañana con ese café. Le digo a mi “dealer”, Edith, que para mí está bendita, que es mi Colla, que no me imagino la vida sin ella ahora. Que mis días se recrean constantemente gracias a ella y su riquísimo café. Pero es ella, su industria y aprendizaje para cultivar ese grano maravilloso, y el que yo lo haya escogido y combinado para mi gusto. Poiesis, lo que me es dado lo combino, lo transformo y lo convierto en mío. ¿Y eso es lo que debemos buscar psicológicamente? me pregunto. ¿Es lo que tengo que hacer que comprendan mis consultantes?. Tal vez debería usar mi experiencia con el café como una metáfora de lo que podemos hacer para lograr la transformación necesaria para ser felices. Por lo menos lo que dura la taza de café. ¿Pero si esta fuera la vida misma transformada? ¿Es posible lograr eso? Claro que sí es posible! Vendría a ser una combinación de la experiencia vital, el aprendizaje usado para la combinación perfecta -aunque aprendí hace poco que perfecto significa muerto porque ya no se puede hacer crecer ni madurar más al alcanzar ese ideal. Resumen: la perfección es muerte, está muerta, allí acaba porque ya no hay nada más- Pero entonces el término no es “perfección”, es algo diferente. Veamos. Es una combinación. Hay una búsqueda de por medio, pero casi no intencional. Más bien casual… Ey! Allí es donde esta lo inconsciente! Estuve buscando el café perfecto de la mañana pero sin ninguna intención consciente. Es decir nunca pensé: voy a buscar mi café perfecto. No! De repente un día me di cuenta que lo había logrado pero sin ninguna intención de esa manera. Buscando el sabor que me gusta en casa. Antes solo lo encontraba en una cafetería, como el Gianfranco por ejemplo. Y antes en otras. Hasta que por fin pude reproducir la experiencia en casa, exclusivamente para mí, construida por mí.
Y todo esto empezó con la conciencia e inconsciencia de las cosas. Me procuré el café que me alegra siempre finalmente. Es solo una taza. Pero es que si me tomara infinitas tazas ya no sería lo mismo, o hasta podría morir de un infarto! ¿Y entonces? ¿La vida es eso? La salud mental ¿depende de esa gratificación? No creo, no se puede reducir a una experiencia de minutos en la mañana. Pero ¿se puede ampliar hasta conseguir una “taza” que me dure toda la vigilia? ¿Es posible eso? Es deseable, sí, claro que sí, como la vida amorosa que nos procuramos. Mi taza de café pero sexual. Freud vinculó todo lo placentero a la sexualidad. Incluso habló de una economía libidinal. ¿Mi taza de café es parte de mi economía libidinal entonces? Es una pregunta legítima desde lo psicoanalítico porque dentro de ese otro mundo paralelo todo tiene una explicación, psicoanalítica por supuesto. Ahora que lo pienso, es, imagino, como hablar Klingon. Un idioma, un lenguaje, un entendimiento, probablemente una cosmovisión, y creada por nosotros. Pero entonces volvemos a la recreación. La recreación de la realidad para nosotros. Para nuestro momento placentero de la mañana, para nuestra taza de café. Para el arreglo entre consciente e inconsciente, poiesis, transformación bidireccional o multidireccional. Como en el aprendizaje dialógico freiriano. Alguien se dirige a mí. Lo que me dice me procura unas ideas, que no necesariamente son las mismas de mi interlocutora. Digamos que su conversa fertiliza mi imaginación y respondo de cierta manera. Esa manera tiene que ver con lo que me dijo de cierta forma. Pero también ahora ya tiene algo mio, y cuando lo devuelvo es todo eso: lo que me dijeron, lo que entendió mi razón, imaginación, subjetividad, algo nuevo venido de afuera que se hace mío. Que me penetra y me transforma. Y claro luego participo yo, desde mí. Y le agrego lo mío. Y entonces lo devuelvo. Se establece el diálogo. Me transformó pero yo también transformé. La realidad ya no es la misma. Es otra. Es mía pero ya no solo mía. La recibí de una manera y la devolví de otra. Con una suma, o resta, o multiplicación, qué se yo, de lo mío.
¿Y cuál es el hilo conducente? Ahorita me pongo a pensar en La Búsqueda Del Tiempo Perdido. Esa galleta, ese café, ese sabor que construye una historia en 6 libros. Pero mi taza de café es tan reciente. Tiene unos pocos años. ¿Y cómo era entonces mi mañana de antes? Pues parece que ya no tiene la menor importancia. La vida es ahora.
Y todo esto que escribo ¿lo he pensado? En realidad no. Solo estoy dejando que surja. Ni siquiera sé qué va a venir. Me dejo en manos del devenir mental. Sin cálculos, si con deseos. Deseos de vivir perennemente y plenamente como en ese primer sorbo, en ese primer placer repetido cada mañana. ¿Me sirve? Seguro que sí, sino no hubiera escrito todo esto. Claro que tiene que ver con una trampita. Y es que a diferencia de otros días. Hoy, hace unos momentos antes de empezar a escribir, me tomé otro café. El colombiano ese que me regaló una amiga muy querida.
Hice trampa? Bueno no sé siquiera porqué me hago la pregunta.
De fondo tengo a Meshell Ndegeoccello y su jazz, 12 álbumes corriendo. ¿Es también otra “taza de café”?. La encontré como encontré mi café. Nótese que digo MI café cuando yo no lo fabrico. Pero es que lo hice mío. ¿Cómo hice mía a Meshell que me acompaña de fondo ahora mismo? Tal vez sí. ¿Y cuántas “tazas de café” me procuro al día? Bueno he construido mi vida de tal manera que hago lo que me gusta hacer. Soy psicoterapeuta por convicción. Diría que cada persona que me consulta le agrega una especie de nueva aventura a mi vida. Que pongan su subjetividad, sus emociones, sus símbolos y contradicciones, en mis manos. Que confíen en que pueda ayudarlos, es un reto, es una aventura. Pero lo bonito es que es una aventura compartida. Queremos ser felices. Los que vienen y yo, que también tengo el mismo deseo. El deseo placentero, el goce de la vida. El Mmmm! diario de mi primer sorbo, que quizá, y de alguna manera, se los quiero transmitir. Sé que es imposible transmitir una experiencia. Las personas solo pueden aprender a modificarse a partir de las propias experiencias. Pero la metáfora nos sirve, creo. “Mira yo llegué a esta taza de café buscándola sin saber que la buscaba” Entonces regresemos a lo inconsciente, que finalmente es el que ha guiado todo esto que escribo. Es curioso. Siempre les he hablado a mis consultantes artistas de cómo lo que estamos creando se va adueñando de nosotros, y ya no somos solo nosotros, sino también lo que está viniendo. Lo he hecho, es decir me ha sucedido en la música, pero nunca en lo escrito como vengo haciéndolo ahora mismo.
Regresemos. ¿Qué es lo que hago para que las personas traten de salir adelante por sí mismas? Pues las ayudo a jugar con lo suyo. Les devuelvo lo que me dicen de tal manera que a veces me miran asombrados. Y yo solo repetí lo que me dijeron! “No lo había visto de esa manera”. Y eso por lo general rompe con un entendimiento anterior. Esa es una pista que me dice que algo ha cambiado en mi interlocutora. Y eso, por lo general es bueno para ella o para él, pero también para mi. Y en eso justamente consiste mi trabajo. En ayudar a encontrar el camino en la construcción de la “taza de café” de las otras personas. Aquella taza que va a cambiar la frustración, la ansiedad, la inseguridad, lo que sea que traigan a consulta, en un placentero Mmmm!!